Mirar juntos el reflejo de la luna llena en el Mediterráneo con el frío en la cara y el calor de tu mirada en mi corazón.
Ver pasar la línea de la carretera pedaleando en solitario camino del río, sabiendo que tú vendrás por detrás para encontrarte conmigo.
Atornillar y desatornillar varias veces ese maldito mueble de IKEA.
Cocinar para ti unos macarrones con salsa de cebolla y gambas.
Aunque sea con el corazón un poco encogido, pero seguiremos.