LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

sábado, 31 de marzo de 2012

El Decálogo 07. Nunca cortes lo que pueda ser desatado.

”Nunca cortes lo que pueda ser desatado.”
Coger el canasto de las chufas y empezar a repartir. Eso que se nos da tan bien a algunos, es la mejor manera de romper las cosas.
Este pensamiento tiene mucho que ver con las ideas de moderación y de reflexión. Pero tiene un matiz que es el que hay que analizar.
¿Cuándo se puede decir que no se puede desatar y que hay que cortar?
Esto es lo difícil. Dependerá de la paciencia que se tenga. Del daño que nos esté causando el nudo. De lo importante que sea la cuestión.
Como ves, no es nada fácil. Además, hay personas que, incapaces de cortar con cualquier situación, se instalan en un desasosiego permanente.
Fíjate bien que el consejo hace referencia a lo que “pueda ser desatado”.
Por lo menos, hay que preguntarse por la posibilidad de desatar, antes de cortar. El daño es irreparable. Se puede hacer un nudo después de cortar para volver a unir, pero así, no será lo mismo.
En el terreno de los afectos (familiares, amistad, amores,…), es frecuente que tras un desencuentro, se trate de recomponer la situación y, en gran parte de las ocasiones, no resulta. Está muy fresca la lista de los agravios y aún duele.
El dicho ese de “El que tira la garrota, cuando la coge ya la tiene rota”, tiene mucho de verdad.
Piénsalo antes de cortar, piensa si es mejor tratar de deshacer el nudo con maña y paciencia. Tendrás así la cuerda entera y podrás usarla mejor.
Si dejas el nudo, este será siempre un estorbo. Si cortas la cuerda, ya no será tan larga y no podrás usarla para lo que te era útil.
En los conflictos, cuando hay un vencedor, siempre hay un vencido. No digo convencido, digo vencido. Los vencidos, suelen ser enemigos para toda la vida. Te lo digo por experiencia. Aunque tu causa sea la justa y venzas, el rencor que le quedará al vencido, será duradero y debes saberlo. No te estoy diciendo que no plantees la batalla. Te digo que sepas guardarte si es que vences.
Cuando seas tú el vencido, no guardes rencor. Analiza y, si tenías razón, vuelve a intentarlo. Si no la tenías, reconócelo y desiste.
Para llevar a cabo estos consejos, hay que practicar algunas cualidades, sobre todo la paciencia, la reflexión y la decisión. Te dejo aquí algunas frases que tienen que ver con ellas:
Cuando fuiste martillo no tuviste clemencia, ahora que eres yunque, ten paciencia.
Proverbio persa

La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte.
Benjamín Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.

No confundas la paciencia, coraje de la virtud, con la estúpida indolencia del que se da por vencido.
Immanuel Kant (1724-1804) Filósofo alemán.

La paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza y la violencia.
Walter Scott (1771-1832) Escritor británico.

La reflexión calmada y tranquila desenreda todos los nudos.
El tiempo de la reflexión es una economía de tiempo.
Publio Siro (Siglo I AC-?) Poeta dramático romano.

En cualquier momento de decisión lo mejor es hacer lo correcto, luego lo incorrecto, y lo peor es no hacer nada.
Theodore Roosevelt (1858-1919) Político estadounidense.

Si abordas una situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces.
Adam Smith (1723-1790) Filósofo y economista escocés.

Evitad las decisiones desesperadas; pasará el día más tenebroso si tenéis valor para vivir hasta el día siguiente.
William Cowper (1731-1800) Poeta británico.

El hombre que pretende verlo todo con claridad antes de decidir nunca decide.
Henry F. Amiel (1821-1881) Escritor suizo.

Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer.
Paulo Coelho (1947-?) Escritor brasileño.
Ahora te toca a ti decidir como obrar. Ya te he empezado por decir que no era fácil.

viernes, 30 de marzo de 2012

Aullidos de luna llena.

Aullidos de luna llena
Vomitan bocas feroces.
Teniendo a su servicio
Mercenarios altavoces.
Su opinión interesada
Nos hacen llegar a gritos.
Igual que el poeta digo:
“¡Cuan gritan esos malditos!”

Da lo mismo lo que ocurra.
Ellos ya tienen su idea
Ya han escrito su discurso,
Suceda lo que suceda.

Saben que es muy importante
Influir en la opinión,
Retorciendo la verdad,
Aunque nieguen la razón.

Con argumentos falaces
Y mentiras como casas,
Apoyan los intereses
De los viles que les pagan.

No les importa un pimiento
El daño que puedan hacer.
Piensan que salen ganando
Y a los demás, que les den.

Son los que ponen la cara.
Pobres tontos, serán ellos
Los segundos en sufrir
El capricho de sus dueños.

Al dejar de ser útiles,
Los tirarán al vertedero
de los trastos inservibles
de los perros callejeros.
Y sus amos se reirán,
Y sin ningún disimulo,
Escupirán en su cara
Y patearán en su culo.


Sólo si siempre obedecen,
Si babean y olisquean,
Como perrillos falderos,
Obtendrán su recompensa.

Triste ventura la suya
Que se apoya en la desgracia,
De los de su misma clase,
Traicionados por sus ansias.
Aullidos de luna llena
Vomitan bocas feroces.
Teniendo a su servicio
Mercenarios altavoces.

jueves, 29 de marzo de 2012

miércoles, 28 de marzo de 2012

Divorcio civilizado.

¿Divorcio civilizado?
Esta es común historia
De finales anunciados.
Porque antes de empezar,
Ya eran cosa del pasado.


Ahora que ya no puedo
Dejar de quererte amor,
Me dices que tú no puedes
Vivir donde vivo yo.
Sin haber querido hacerlo
Me estás haciendo un favor.
Yo me vuelvo con mis padres.
Esa es la solución.

No tiene ninguna gracia
Que tú me dejes plantado.
Por eso cuando pregunten,
Diré sin ningún empacho
Que lo nuestro ha terminado
PorQue lo he dejado yo.
Te voy a sacar las tripas
Por si sirven para algo.
Es posible que tú sufras,
Pero yo no quedo manco.
Quédate con nuestro piso, no me importa, es alquilado.
El dinero de las cuentas,
Me adelanté y lo he sacado.


A los amigos comunes
Pienso hacerles chantaje,
Para que no te visiten
Y ni siquiera te llamen.

Delante de nuestros hijos,
Haré ver que sufro mucho.
No haber roto nunca un plato,
Ni Disparado un cartucho.

Cuando el juez me lo pregunte,
Diré que tú me has pegado.
Ya sé que no es verdad,
Pero a otros le ha colado.

No me toques las narices
Con la dichosa pensión.
Si me hurgas en el bolsillo,
Me partes el corazón.
Me despiertas los instintos
Y habré de pedirla yo.

Esta es común historia
De finales anunciados.
Porque antes de empezar,
Ya eran cosa del pasado.
Este divorcio ¿Qué es?
¿Divorcio civilizado?

martes, 27 de marzo de 2012

No hace tanto que dejé de quererte

No hace tanto que dejé de quererte
para que ya te hayas olvidado
de aquellos momentos hondos y ardientes
que de forma tan bella interpretamos
Aún conservo la carne caliente
Y tu perfume en mi cuerpo pegado.
Todavía siento el pulso en mis sienes
En tumulto la sangre golpeando
Y la dulce agitación inconsciente
De tu placer los sentidos borrachos.
No parece ser causa suficiente
Para retomar lo que se ha dejado.

No necesito ser nada valiente
Y enfrentarme con el espejo odiado
Que me refleja un rostro sonriente
Cuando en realidad se encuentra apenado.

La costumbre de fingir no es reciente
Para los que nacimos despojados
De la condición del hombre decente
Desde la cuna estamos condenados.
Mentir, engañar, cobarde y vilmente
Para librarnos sin ser castigados
Para sacar provecho consistente
De las mentiras y reproches falsos.
“Fuiste tú, no lo dudes, entiéndeme”.
Mis falsedades te doy por regalo.
El culpable he sido yo únicamente
De que lo nuestro así haya acabado.
Y todavía quiero convencerte
De que no, no te estoy manipulando:
“No hace tanto que dejé de quererte
para que ya me hayas perdonado”.

lunes, 26 de marzo de 2012

¿Brotes verdes en Andalucía y Asturias?

Sé que ya es muy cansino. También sé que puedo ahorrarme la opinión, por obvia.
Pero es que no quiero, no quiero y no quiero.
¿Serán los famosos brotes verdes lo que asoma por las grietas de la sedienta tierra de la crisis?
No me hago ilusiones. Ya me gustaría ser más inocente. Porque lo veo venir. Estos pseudoprogrsistas van a caer en la autocomplacencia destructiva y paralizante haciendo las siguientes valoraciones:
En Asturias:
a. El Foro de Cascos va a decir que el pueblo ha querido que gobierne en Asturias la coalición que pueda hacerlo que no es otra que la de Foro-PP. Y que de las dos candidaturas tiene que llevar la voz cantante la más votada, la suya.
b. El PSOE dirá, con la boquita chica, que intentará formar gobierno porque ha sido el vencedor de las elecciones al conseguir el mayor número de votos.
c. IU, como sabe que no va a poder gobernar, se mostrará muy crítico con las derechas y con el PSOE. Así podrá hacer un discurso hipe reivindicativo que es lo que mejor se le da.
d. Los de UPyD continuarán con el discurso nacional, porque no tendrán bola para más. Aunque relamiéndose por la brechilla que le van abriendo al bipartidismo.
En Andalucía:
a. El PP va a proclamar que son los verdaderos ganadores de las elecciones por votos y escaños. Que la voluntad del pueblo es que gobiernen ellos que son los únicos que pueden sacar a Andalucía y a España de la crisis. Y ya está, a casita con el rabo entre las piernas. Arenas ya entiende de esto. ¿Os acordáis de las caritas en el balcón de Génova de hace ocho años? la autocrítica quedará de puertas para adentro, si es que la hay.
b. El PSOE sacará un poquito de pecho. Que lo tenía encogido conteniendo la respiración. Pero mira tú que ha ocurrido lo inesperado y el PP no ha conseguido mayoría para gobernar.
c. Lo que nadie duda es que IU no va a repetir la cagada de Extremadura, que ya somos mayorcitos.
Y ya está. Todo p´a lante. Más paro, más ajustes, más de lo mismo hasta que en Europa soplen otros vientos.
Yo propongo la revolución, pero no aquí, no. Hay que ir a asaltar el equivalente al Palacio de Invierno pero en Bruselas.
Derrocar al binomio “Merkosí” Encarcelar a los de la cúpula del Banco Central Europeo y, con permiso de los mercados esos, bajarnos los pantalones y ponernos a mirar pá Cuenca.
Porque, queridos míos, no son brotes verdes: Son espejismos.
Yo ya lo he dicho. Veremos a ver lo que dice el personal en la huelga del 29-A.
Espero que se oiga fuerte y alto.
¡Que nos están dando y nos van a dar más!
Por si creéis que no va con vosotros, porque sois tan ilusos que os pensáis a salvo, recordad los versos.
Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó. Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó. Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó. Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen a por mí, pero ya es demasiado tarde.
(Bertolt Brecht)

domingo, 25 de marzo de 2012

Caprichosa.

Esta vez lo tengo que conseguir.
No sé por qué me ha venido este absurdo pensamiento a la cabeza. Como si alguna vez hubiese dejado de hacer lo que me venía en gana, por muy absurdo que fuese.
¡A mí con esas! ¡A la hija de mi madre con esas! ¡No hija, no!
Antes, cuando iba de mansita, de modosa, me pasaba. Pero ahora no.
Se acabaron los días en los que tenía que someterme al criterio de los demás. Y no digo que yo tenga buen criterio. Lo que digo es que mi criterio es el que más me gusta, el que me satisface.
Además, tiene que ser ahora mismo. ¡Ya! Si tardo en conseguirlo se me pasará la gana.
Esa mosca muerta de la recepción todavía sigue parloteando por teléfono y yo aquí acurrucadita en mi rincón. No es que esté mal, al contrario, Me he hecho pis encima y noto el calorcillo ese tan agradable entre mis muslos.
Pero noto las ganas, Esas ganas irrefrenables de arrancarle la lengua a la asquerosa de la recepción.
¡Calma, mucha calma!
La cámara parpadea en rojo: me están viendo.
Llorar me va a servir. Ya noto el saladillo de las lágrimas. Ese regusto parecido al de los mocos y menos denso e indigesto que el de las flemas, Aunque si lo pienso bien, el regusto de las flemas es casi dulce, casi empalagoso. Y yo soy más de salado. Por eso me gustan más las lágrimas y los mocos.
Ya viene, oigo sus pasos, Claaaaaasssspppppssppppsssspppp, Claaaaaasssspppppssppppsssspppp,
La cerradura. Charkleeengggg Xaarsnkckclrrchchj, Xaarsnkckclrrchchj, Xaarsnkckclrrchchj.
Y ese chirrido de la puerta que me da dentera. ¡Ya podían poner aceite en los goznes! Chiiiiiiiiirrrriiiichirrrriiiiii. Chiiiiiiiiirrrriiiichirrrriiiiii. Chiiiiiiiiirrrriiiichirrrriiiiii. Chiiiiiiiiirrrriiiichirrrriiiiii.
Lo tengo clavado en el alma. Me da escalofríos y me pone los pelos de punta y la piel de gallina.
Además, ha conseguido que se me pasen las ganas. Ya no tiene gracia.-
¿Pasa algo, ricura?
Encima no ha venido la recepcionista. No me voy a molestar en contestar a ese cerdo de segurata. Se va a arrepentir de mirarme con esos ojos y las babas goteando por la comisura de los labios. Pero ahora no es tu turno.
- Está bien. Como quieras.
- ¡Vete a la mierda, hijo de puta!
Chiiiiiiiiirrrriiiichirrrriiiiii. Chiiiiiiiiirrrriiiichirrrriiiiii. Chiiiiiiiiirrrriiiichirrrriiiiii.
Charkleeengggg Xaarsnkckclrrchchj, Xaarsnkckclrrchchj, Xaarsnkckclrrchchj.
Claaaaaasssspppppssppppsssspppp, Claaaaaasssspppppssppppsssspppp, Claaaaaasssspppppssppppsssspppp, Claaaaaasssspppppssppppsssspppp,
Claaaaaasssspppppssppppsssspppp, Claaaaaasssspppppssppppsssspppp,
Aquí en el silencio, acurrucada, con la camisa de fuerza que me da seguridad, con el calorcillo entre los muslos y…
Siento las ganas, y esto sólo depende de mí. Por eso lo voy a hacer.
¡Por Dios que sí!
¡Ahhhh, que gusto! ¡Estoy descompuesta!
¡Lástima que ese olor agrio no sea lo suficientemente asqueroso, lo suficiente para hacerme vomitar!
¡Esto también está calentito y es agradable!

sábado, 24 de marzo de 2012

Susana.

Tomasa, así es como llaman a Susana cuando la requieren para acudir a los tratamientos. Tomasa, si señor Pero yo creo que hace bien en hacerse llamar como a ella le guste que lo hagan. Por eso yo la conozco por su verdadero nombre: Susana.
Susana habla poco, supongo que cuando se encuentra sin su marido Amador y en su ambiente, sí que lo hace, lo de hablar, digo. Porque uno, si le preocupa algo, de eso es de lo que habla. Y Susana no quiere hablar de lo que le preocupa delante de su marido. Porque lo que le preocupa es su marido. La actitud algo negativa y negacionista que, comprensiblemente, adopta con su situación de pérdida progresiva y, al parecer, inexorable, de la vista. .
Susana no habla de enfermería, la verdad es que no habla mucho de casi nada.
La parrafada más larga que hasta el tercer día de charla se ha permitido, ha sido para contarnos lo que le asusta que su marido pegue un ronquido de esos que tiembla el misterio para, a continuación contener la respiración como si no fuese a volver a respirar nunca más. Que susto si resultase que se había muerto.
Susana hace para su marido un cocido riquísimo que le deja roncando una siesta de toda la tarde. A ella no le gusta la coliflor, pero como a su marido sí, ella la compra y la cocina solo para él.
Estas son las conversaciones que se permite mantener.
Susana lo que hace es dejar llevar la voz cantante a su marido, pero yo percibo que lo hace para dejarle hacer y no porque no tenga nada que decir.
.
Susana a sus sesenta y un años ya está jubilada.
Susana fuma, eso sí, es un hábito compartido con su marido. Estoy seguro de que tanto ella como él están deseando dejar de hacerlo, pero ya se sabe que no es nada fácil. Mientras tanto, hacen el tratamiento de aerosoles para mejorar los problemas respiratorios de las vías altas. Susana toma manzanilla en infusión y se muestra también moderada en las comidas. – Me gustaría averiguar cuál es su otro exceso. Seguro que lo tiene, todos lo tenemos. Es posible que sea que no es tan moderada en las comidas porque ya no usa la talla 38 como antes. Eso sí, guarda aún aquellas faldas y vestidos que se ponía para asistir a los deslumbrantes espectáculos que aún le alimentan el alma.
A Susana, se le nota muy preocupada por Amador, por la manera que tiene de afrontar la pérdida de visión y sus consecuencias.


Susana canta bastante entonadas las coplas, boleros, rancheras y demás especialidades del repertorio de los que amenizan las veladas del INSERSO. Susana aplaude con entusiasmo fingido las intervenciones de los que hablan en público y le caen bien.
Susana disfruta de vivir en Puerta de Hierro, frente a la Dehesa de la Villa, con ese olor a pino que le entra en casa cuando abre las ventanas. A Susana le gusta escuchar a su marido y casi nunca le contradice en público, pero no sé porqué, me parece que no siempre está de acuerdo con lo que dice, no sé por qué, pero me da esa impresión.

Lo digo porque Susana parece que tiene devoción por Santa Gema y por el Cristo de Medinaceli, pero no dice nada cuando Amador arremete con ira verbal contra la Iglesia y las creencias religiosas. Me resulta raro que no parezca afectarle lo más mínimo. Será que está muy acostumbrada y ya no le afecta.
Porque a Susana se le nota que está enamorada de Amador.
Me atrevo a sugerirles que cambien de nombre a los dos, mejor dicho que intercambien sus nombres.
Así ella, la enamorada, sería Amadora.
Él sería, pues, Tomás.
Amadora, la que ama.
Tomás, ver para creer.
Tomás y Amadora.
Amadora y Tomás.

viernes, 23 de marzo de 2012

Quieres ayudar, ¿ verdad Capítulo 12. Para ayudarme, conóceme 05

Doce.-.
- ¿Quieres ayudar?-
Sí.
- Eso está muy, muy bien. ¡ Gracias, muchas gracias.
- Pues allá van unas recomendaciones.
Como seguramente ya conoces, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) es una entidad de Derecho Público de carácter social y democrático "sin ánimo de lucro" que tiene el propósito fundamental de mejorar la calidad de vida de los ciegos y deficientes visuales de toda España.

Se trata de una organización muy activa que participa en los diversos foros nacionales e internacionales sobre ceguera y discapacidad, promoviendo también distintas iniciativas para lograr su función.

Para llevar a cabo su labor cuenta con el apoyo y beneplácito de la Administración pública.
Seguro que conoces algún vendedor al que le hayas comprado cupones en alguna ocasión.
Lo que seguramente no sepas son los pormenores de los servicios que presta a sus afiliados. Te recomiendo que me conozcas a través de la organización a la que pertenezco.
Dentro de su página web, podrás encontrar lo que allí se llama:
Pautas de comunicación e interacción con personas ciegas y deficientes visuales.
Allí encontrarás también la posibilidad de realizar un Curso básico de autoaprendizaje sobre "Relación y Comunicación con Personas con Ceguera y Deficiencia visual".
Si lo que quieres es hacer algún tipo de voluntariado con personas ciegas, podrás encontrar la información necesaria en la misma página web.
Te sugiero que des una vuelta por www.once .es y, allí, busca el enlace a Servicios Sociales, para que conozcas a que se dedica la ONCE en beneficio de sus afiliados.
Ya me dirás algo.

jueves, 22 de marzo de 2012

El Decálogo. ”06. Conviértete en la persona más positiva y entusiasta que conozcas.”

”Conviértete en la persona más positiva y entusiasta que conozcas.”
Ya hay demasiados “muermos”
Sueltos por el mundo. Hay que contrarrestarlos.
El entusiasmo es ese maravilloso impulso sostenido que lleva a conseguir lo que te propongas. Transmite alegría y ganas de vivir. Ayuda a los demás a empatizar contigo y a que colaboren con tu causa. Te hace creíble y te genera el impulso necesario para continuar frente a las dificultades.
Cuando te encuentras con alguien que desempeña una tarea sin entusiasmo, transmite que lo está haciendo mal. La desgana o la pereza, devalúan el producto.
Ser positivo equivale a ser optimista. Para salir adelante, hay que pensar que es posible. Es como eso de que si no compras un décimo, es imposible que te toque la lotería. Si comienzas a hacer algo pensando que no lo puedes lograr, no estarás en las mejores condiciones para conseguirlo.
Piensa en los logros y hazañas de los hombres a lo largo de la historia de la Humanidad. ¿Te los imaginas sin positivismo y entusiasmo?
Piensa en lo que has conseguido. ¡Seguro que en ello ha habido pensamiento positivo y acciones entusiastas!
¿Conoces a alguien que haya aprendido a escribir a los cincuenta y seis años, a hacer el pino a los treinta o a caminar con los ojos cerrados por el borde de una carretera, sin haber sido entusiasta y positivo? Yo no lo conozco.

Frases para meditar sobre ellas:
El entusiasmo es el pan diario de la juventud. El escepticismo, el vino diario de la vejez.
Pearl S. Buck (1892-1973) Novelista estadounidense.
Es preciso elevarse con las alas del entusiasmo. Si se razona, no se volará jamás.
Anatole France (1844-1924) Escritor francés.
La capacidad de entusiasmo es signo de salud espiritual.
Gregorio Marañón (1887-1960) Médico y escritor español.
No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura.
Rubén Darío (1867-1916) Poeta y periodista nicaragüense.
Actuamos como si el lujo y la comodidad fueran lo más importante en la vida, cuando lo único que necesitamos para ser realmente felices es algo por lo cual entusiasmarnos.
Charles Kingsley (1819-1875) Novelista y clérigo inglés.
Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma.
Albert Schweitzer (1875-1965) Filósofo, médico y escritor alemán.
Nadie puede en su vida escapar a una deplorable crisis de entusiasmo.
Stendhal (1783-1842) Escritor francés.
Había una elocuencia en el entusiasmo verdadero que no se ponía en duda.

Washington Irving
El entusiasmo colorea la vida humana.

Doménico Cieri Estrada
Supongo que a estas alturas de la vida, ya habrás leído algo de Paulo Coelho (1947-?. Novelista, compositor de canción popular, periodista y dramaturgo brasileño). Si no es así, sería bueno que empezases.
De momento te dejo aquí unas cuantas frases suyas:
Deja de pensar en la vida y resuélvete a vivirla.

Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea.

Existen derrotas, pero nadie está a salvo de ellas. Por eso es mejor perder algunos combates en la lucha por nuestros sueños que ser derrotados sin siquiera saber por qué se está luchando.

Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio.

Cuando quieres algo, todo el universo conspira para que realices tu deseo.

Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él.

El miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento.

La razón teme la derrota, pero la intuición disfruta la vida y sus desafíos.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Candelas.

La abuela candelas nació vestida de luto, vivió de luto y también murió enlutada.
La abuela Candelas rezaba mucho. Pero por los difuntos, porque “los vivos, si quieren, pueden rezar por sí mismos”.
Siempre he creído que ella rezaba para ayudar a sacar ánimas del Purgatorio. Esas ánimas de rostros espantados que se apiñaban en el cuadro de la cabecera de la cama de aquella habitación del pueblo. O, tal vez, alguna de las almas de los retratados en cualquiera de los demás cuadros de fotos familiares que adornaban las encaladas paredes asimétricas del resto de la casa. Lo cierto es que, al ser una superviviente, tenía difuntos suficientes a los que rezar.
Quizás ese fuese el motivo por el que se había puesto la obligación de estar presente en el pueblo en los oficios religiosos alrededor de la festividad de los difuntos.
No tuvo una vida alegre, no la tuvo, no señor. Pero era tan sufrida que yo jamás le oí un lamento, una queja.
Además de sufrida era una mujer prudente en su relación con los demás. Era una mujer que no hablaba por no molestar. Lo decían sus yernos y nueras que suelen ser testigos fiables en estos casos.
Comía poco, casi nada. Para desayunar dos galletas con un vaso de agua. Para comer la sopa del cocido y un trocito de gallina o pollo (el resto del cocido, garbanzos incluidos, para el gato). Para cenar, un trocito de queso y una manzana. Así durante muchos, muchos años.
Lo que sí consumía en abundancia eran las aspirinas. Esas aspirinas que se dosificaba a si misma para paliar los dolores que le producían esas maltrechas rodillas que, deformadas y artríticas, le ponían , de vez en cuando, un gesto de retorcido dolor, sólo mitigado por la ingesta de aspirinas y por el trapo que llevaba atado a una de ellas, a modo de remedio casero.
La abuela Candelas olía a humo de lumbre de paja, a pueblo, a cal, a espiga respigada, a gazpacho de sopón, a salchichón imperial reseco, a paja seca, a agua salobre, a higuera y a ropa secada al sol.
Se enfadaba cuando, jugando , le hacíamos un “deshoyón”. Porque eso significaba que tendría que volver a “enjalbegar” ese paño de muro otra vez.
Cuando barría con la escoba de ramas secas atadas con pita, lo hacía encorvada y apoyando el codo de la mano libre sobre la rodilla.
La abuela Candelas vestía enaguas, refajo, faltriquera y se ajustaba las capas a la cintura con una especie de cinturón cilíndrico de tela que siempre me pareció una pieza única (nunca lo he visto utilizar a nadie más)
No cambiaba la hora del viejo despertador en verano y decía que eso era una tontería: “Mira, tú que tener que decir que son las dos cuando son la una, o mejor, dicho las doce del Sol” A ella le bastaba el Sol para saber cuando levantarse, cuando comer o cuando acostarse.
Era escéptica con lo que no entendía: “Como que nos vamos a tener que creer que eso que dicen de que el hombre ha llegado a la Luna es verdad. ¡Allí no cabe un hombre! Vosotros os creéis cualquier cosa.
Era una extraordinaria mujer del siglo XIX.
Que conoció dos guerras mundiales, una guerra civil, la guerra de Vietnam, la de Corea…., pero que vivió en paz.
En paz con sus dolorosos recuerdos. El de la prematura e tristemente dura viudedad. El de la prematura muerte de su hijo en la guerra. El de la ceguera de otro de sus hijos. El de la pobreza...

Y encima la estafa de aquel ruin que se quedó con lo que era suyo.
Si ella supo vivir en paz, seguro que descansa en paz.

martes, 20 de marzo de 2012

Ibiza no es lo que era.

Ibiza no es lo que era hace cuarenta años. Ni Ibiza, ni, por supuesto, yo.
Hace eso, unos cuarenta años que visité la isla: toda una vida.
Cuando estuve la otra vez tenía diecisiete años y empezaba a conocer el mundo. Ahora tengo cincuenta y siete y sigo conociendo mundo.
Antes cala Llonga era para mí el paradigma del paraíso. Ahora es uno de los paradigmas de la especulación inmobiliaria más abusiva.
Antes comer era preparar un bocadillo con una pistola de las de cuarto kilo y una lata de foie gras y a correr todo el día. Ahora es escudriñar las cartas de los restaurantes para probar los platos del lugar, ya sea ensalada de crostas, o sofrit, o arroz de verduras o sepia a la plancha, o raxonera.
Antes era buscar cuerpos desnudos en la playa de ses Salines y ahora es comprender que la riqueza faunística del parque natural se debe en gran parte a la gran colonia de posidonia que puebla los fondos marinos de la zona que separa las dos islas pitiusas.
Antes pasábamos la noche merodeando por Pachá, con la manifiesta intención de pillar cacho, durmiendo si era necesario en la playa para ahorrarnos o la caminata o el dinero del autobús. Y Ahora la paso tratando de descansar para recuperar fuerzas, esas fuerzas que antes me sobraban.
Antes hice un penoso viaje de autobús hasta Valencia y una noche de barco en silla de toldilla. Ahora, en un vuelo de cincuenta minutos se ha solucionado el trámite.
Antes pensaba que la ciudad vieja era un estupendo escaparate para vender cuadros falsos de falsos hipéis. Ahora sé que D´Alt Vila es uno de los recintos amurallados del siglo XVI que mejor se conservan íntegramente.
Antes pensaba que la vida era eterna y ahora sé que los instantes de felicidad son efímeros.
Antes vine acompañado por una pequeña tribu de adolescentes varones hiperhormonados y sin un duro y ahora la mitad de la expedición porta prótesis de cadera. Aunque creo que la de Andrés es de mentira porque no pita en el arco de seguridad de los aeropuertos; y la otra mitad son chicas y todos juntos sufren, con más o menos paciencia, los defectos del prójimo.
En lo que no he notado ningún cambio es en las gentes, bastante afables, por cierto del lugar.
Antes tuve ocasión de conocer a aquellos parientes de Escandell que nos obsequiaron con una pantagruélica comida que nos dejó al borde de la congestión cerebral absoluta. Y ahora he conocido al señor joan Tur Tur, de los Tur de siempre, que orgulloso, cuenta que su padre consiguió lo que él desea para sí: vivir lo que sea, pero vivirlo bien, con el conocimiento intacto.
También continúa igual el espectacular atardecer en cala Comta. Con ese sol que rebota sin quererse terminar de marchar, a pesar de que sabe que mañana, y eternamente, volverá. Sé que le duele, como a mí, no poder retener indefinidamente esos momentos de paz, de goce, de armonía, que se escapan por las rendijas de la impaciencia, del miedo, del dolor.
Sigue también igual el soplo húmedo y salino de la brisa en la cara, con el tintineo de los aparejos en los mástiles de las embarcaciones. Con la serenidad del rumor de pasos que, lentamente, interpretan una danza invisible que te dice que no estás sólo, que otros hacen, en silencio, lo mismo que tú: gozar con la nada del rumor del mar y la caricia del aire marino en tu cara y en tu nariz.
Tenemos que volver dentro de no muchos años, Maribel, sólo un día, con su noche. Pero lo tenemos que hacer cuando haya luna llena y el pronóstico del tiempo sea favorable para que tú la puedas ver y contarme como es, como se refleja en el mar, que te sugiere. Así, podré tomar tus manos con las mías y, mirándote a los ojos, decirte lo mucho que te quiero, lo mucho que te necesito y pedirte perdón una vez más, y rogarte, implorarte, tu presencia infinita que es como el atardecer, como la luna, como el rumor del mar, como la brisa y el aroma salino del Mediterráneo.
Mientras, me consolaré con el amargor salino de las lágrimas que se me escapan de vez en cuando. Con tus manos en mi cara y mi cabeza en tu hombro.

lunes, 19 de marzo de 2012

La cobardía: esa intoxicación.

Siempre ha sido igual. Cualquier ruido inesperado, cualquier sombra, todas las incertidumbres en general, me producían parálisis.
Una parálisis exagerada, total, invalidante.
Daba lo mismo estar sola que acompañada. Animada que desanimada. Que fuese de día que fuese de noche.
Siempre ocurría lo mismo:
Los ojos abiertos, como platos. Las pupilas dilatadas. Los dientes chirriando los de arriba contra los de abajo; de izquierda a derecha; de delante hacia atrás: “chirrchirr”.
Los brazos desmayados a lo largo del cuerpo, pero con los puños apretados, clavando las uñas en el mollete del dedo gordo, haciendo sangre.
Y ese sofoco en el rostro que, de repente se queda helado y, de nuevo vuelve a subir, quemándome las mejillas y los párpados.
El corazón dando botes dentro del pecho, doliendo, queriéndose salir desbocado por la boca. El estómago encogido, como apretujado y escurriendo jugos abrasadores hacia las almorranas. Pero la boca seca, pastosa, con costras.
Las alitas pegadas al cuerpo, como engomadas, con brea, con alquitrán. El rabito tieso con los pelillos de punta, chisporroteando nerviosamente. Las pezuñas heladas y astilladas.
Y encima, teniendo que oír eso de: ¡Cobarde, más que cobarde!
Bueno, pues enteraos: ¡Eso se ha acabado!
Os boy a contar como lo he conseguido, pero no tengáis prisa. Las prisas no son buenas para nada. Vamos por partes.
Que conste, ante todo, que he seguido los consejos que se me han dado.
Lo primero ha sido observar cuando se producía el agobio. El agobio es siempre anterior a la parálisis. Luego, si conseguimos que el agobio no se produzca, evitaremos la parálisis.
Para evitar el agobio, lo principal es no hacer nada distinto, no hablar con nadie y, lo más importante, no levantarte de la cama.
Que no tienes sueño, pues pastillitas de las de dormir. Y ya está. ¡Ah, se me olvidaba lo principal! Nada de aire limpio. Ese aire es malísimo para la ceodosización. Tan necesaria para el batir de alas y la flacidez del rabito.
Si ellos supieran que no es cobardía, que lo mío es enfermedad, no me gritarían eso de ¡cobarde, que eres una cobarde!
¿Cómo se te ha quedado el cuerpo?
Lo siguiente es hacer lo posible por cenar poco. Las malas digestiones suelen provocar sueños así, de los que sabes que son sueños, pero de los que te resulta imposible dejar de vivir con angustia. De los que te dejan abrochada al embozo de la cama hasta el mediodía siguiente.
Y, por fin, por último…
¡Vomitar! Y ¡Volver a vomitar!
Sin esa porquería semidescompuesta, semidigerida, ácida, pestilente. Sin esa cosa dentro de mi cuerpo, me sentiré ligera, valiente, capaz y libre.
Saltaré por los prados esmeraldas, cerca de las nubes blancas, salpicadas de cielo azul. Con el rumor del océano, con el olor de las algas y de la sal. Rodeada de risas de gentes y de pájaros. Con el brillo de tus ojos en mis cansadas pupilas y el rubor de la emoción del reencuentro en tus mejillas.
Así será a partir de ahora mismo. Volveré a ser la avispa que clavaba el aguijón y que no come percebes porque le causan indigestión.
¿Qué os parece? Pues después de contarle al médico lo que me pasa, va y me dice el muy imbécil que lo que tengo que hacer es dejar las malas compañías y practicar lectura de vidas de santos. Qué tengo que ser valiente y bla, bla, bla …
El idiota no sabe que eso ya lo hago desde niña. Pero no seré yo quien se lo aclare . Me he limitado a hacer lo que se merecía desde aquel día que sentí su risita por el auricular del teléfono:
Le he cogido por los pelos y le he estampado la cabeza contra la mesa. Cuando ha abierto la bocaza con la que me aconsejaba, he aprovechado para arrancarle la lengua de un mordisco. Comprendo que así resulta brutal, pero ya les dije que me dejasen las tenazas o las tijeras del pescado, que me iban a hacer falta.
Ahora estoy aquí en esta habitación acolchada con la camisa de fuerza, sentada en un rincón y sintiéndome bien, muy bien.
Tan bien como hacía tanto tiempo que no me sentía.

domingo, 18 de marzo de 2012

Tutela y compasión.

Había salido por la mañana a dar una vuelta por los alrededores de casa para comprobar como había quedado la acera después de quitar los andamios de las obras de las casas que están frente a la plaza de toros. Para eso, y para repasar el recorrido. Lo hice y, bastante satisfecho, porque pude llegar sólo hasta la plaza y volver, me animé a continuar por el parque a pesar de que había obras, llegué sólo hasta la sidrería para encontrarme con Maribel.
Crecidito por la hazaña, me dispuse a explorar el centro de mayores, porque tenía tiempo hasta la hora en la que había quedado con Agustín para comer en el Borsalino.
Entré en la cafetería y, al verme llegar sólo, la señora que atiende la barra me preguntó en su excelente castellano de Rumanía que ¿por qué venía solo? ¿Qué si la mujer que venía siempre conmigo no era mi mujer?
En fin, un interrogatorio en toda regla. Creo que destinado a comprobar que no me había fugado o algo así.
Cuando se hizo cargo de la situación me preguntó qué era lo que iba a tomar y me condujo, quieras o no a una silla de una mesa, porque según ella, estaría allí mejor que de pie en la barra.
¡Qué fácil es encontrar tutela! Pensé, resignado.
Me trajo la cerveza, sin alcohol, claro. Y un surtidito de frutos secos como aperitivo. En un momento de distracción, por mi parte, no percibo que se ha vuelto a acercar y que ha creído conveniente para mí llenarme el vaso con la cerveza que aún quedaba en la lata.
Yo que no me he percatado de la silenciosa maniobra, muevo las manos para tantear por la mesa y… ¡zas! El vaso que venía por los aires. La cerveza derramada por la mesa.
Yo que, por cortesía más que por arrepentimiento, digo: ¡uy, perdón! Y la buena mujer que se pone a consolarme diciendo:
- No te preocupes, señor eso nos pasa a cualquira
Sobre todo, pensé, a los que como tú os ponéis a hacer cosas sin avisar, y luego perdonáis a los que sufren las consecuencias.
Eso sí, con buena intención.
¡Qué fácil es encontrar consuelo! Pensé, resignado.

Recompuesto, me dirijo hacia la salida, perseguido por la solicitud extrema de mi nueva tutora - consoladora.
- Señor, tenga cuidado, la escalera…
- Mire, voy a bajar sólo.
- ¡Ah, señor, yo acompaño!
- No, de verdad, no hace falta.
A la semana siguiente, mi tutora explicó con pelos y señales el encuentro que mantuvimos a mi señora y al resto de asistentes.
Mi nueva tutora se creyó en la obligación de explicar lo sucedido. Menos mal que yo ya lo había hecho, que si no, me descubre.
Puso especial interés en el relato de la escalera, creo que para descargar responsabilidades, como queriendo decir que si yo me caía que era por mi voluntad, no porque ella no me hubiese ofrecido ayuda.
Lo que no contó fue lo de la cerveza derramada por su culpa, Yo tampoco lo hice en señal de perdón por mi parte.
Perdón por tener que soportar que te disculpen por algo de lo que no te sientes responsable.
Menos mal que no lo hice, que si no, la descubro.

sábado, 17 de marzo de 2012

Discúlpame EL DESAHOGO:

Discúlpame el desahogo,
Que yo también tengo culpa.
Es así como depuro,
Descomprimo y me desfogo.

Ya me puedes tú decir
Que lo haces por mi bien.
No lo dudes, no es así.
Ni tú misma te lo crees.
Das la vuelta al calcetín
Para poner del revés
Y conseguir retorcer
La razón con frenesí.
Da lo mismo si es verdad.
Si tú dices que es de noche,
Aunque luzca el sol radiante,
Noche cerrada será.
Todo para así ejercer
Tu capricho y voluntad.

Discúlpame el desahogo,
Que yo también tengo culpa.
Es así como depuro,
Descomprimo y me desfogo.

Defiendes la utilidad
De un asiento con dos patas.
Porque lo quieres comprar
Diciendo que es una ganga.
Si lo llegas a usar
Y te caes de culo al suelo,
Te afanarás con denuedo
Pondrás empeño en negar
Que no valía un bledo.

Si tú sufres sola el daño
Por tu conducta impulsiva,
No pondría yo reparo,
Y no lo criticaría.
Pero resulta querida,
Que te empeñas En querer
Que el mundo gire a tus pies.
Contemplando tus caprichos,
Tus delirios y tus vicios,
Con borreguil proceder.
Y por ahí yo no paso,
No te puedo resistir.
Me has oído, no te aguanto,
No te puedo ya sufrir.

Discúlpame el desahogo,
Que yo también tengo culpa.
Es así como depuro,
Descomprimo y me desfogo.

Tienes la cabeza dura.
Cierras las entendederas.
Caprichosa y altanera
Y todo desde la cuna.

Discúlpame el desahogo,
Que yo también tengo culpa.
Es así como depuro,
Descomprimo y me desfogo.

Tú ya no puedes cambiar.
Ponerse a salvo de ti,
Será difícil lograr.
Habrá, por tanto, que huir.
Plantarte cara no es fácil.
Tienes delirios de reina,
Gustos de princesa frágil
Discúlpame el desahogo,
Que yo también tengo culpa.
Es así como depuro,
Descomprimo y me desfogo.

Tú entiendes por compartir
El hacer tu voluntad.
Sin dejarme a mí elegir,
Ni permitir rechistar.

Discúlpame el desahogo,
Que yo también tengo culpa.
Es así como depuro,
Descomprimo y me desfogo.

Pero he descubierto un modo
Para poderlo lograr,
Yo me adelanto y te engaño
Diciendo todo al contrario.
Tú, para sentir tu poder,
Lo pensarás del revés.
Y yo aceptaré sumiso
Compartir tu parecer.
Tú contenta y yo tranquilo.
Tú engañada y yo sereno.
Así libro del veneno.
Tú a lo tuyo y yo a lo mío.
Será la única manera
De caminar al compás.
No tengas prisa y espera
Que me tengo que entrenar.

Discúlpame el desahogo,
Que yo también tengo culpa.
Es así como depuro,
Descomprimo y me desfogo.

Pero no quiero decir,
Ahora ya desahogado,
Que no entiendo la razón,
Que te hace contradecir
Para sentar posición.
Para mí es una disculpa
Que me hace comprender,
Que me sirve para ver
Que si la mente se turba,
Se perturba el proceder.
Esto, junto con el cariño,
Me hace manso como un niño
Y me anima para ser
Comprensivo al proceder.
Pero firme con lo mío
Y resuelto en la actitud
De no tratar de evitar,
De abandonar la lucha,
Por tu bien y por el mío.

Ya me puedes tú decir
Que lo haces por mi bien.
No lo dudes, no es así.
Ni tú misma te lo crees.

Discúlpame el desahogo,
Que yo también tengo culpa.
Es así como depuro,
Descomprimo y me desfogo.

viernes, 16 de marzo de 2012

Todavía hay margen, dijo el profeta.

Mira que me gusta tener razón. Pero ya me parecería bien haberme equivocado en esta ocasión.
Algunos han pagado con empleo propio o de algún familiar, al sufrir las consecuencias de esa reforma que busca “crear empleo, pero a medio o largo plazo”, como ha dicho el vicepresidente ese de la patronal esa.
Que digo yo que un sistema basado en la facilidad de despedir lo que produce es un despido fácil. Pero no me toméis mucho en cuenta la opinión porque yo no tengo estudios. Algunos digo, han empezado a dudar de su fe. Esa fe que les llevó a castigar al PSOE, pero dando una patada en un culo equivocado: el suyo propio.
Otros se empezaron a dar cuenta cuando la señora Esperanza puso a los pies de los caballos de la manipulada opinión pública a su colectivo.
Algunos más, cuando se dieron cuenta de que le rebajaban la pensión a golpe de incremento de la retención a cuenta del IRPF ese
Los hay que se están sintiendo defraudados por el romancillo que mantienen los del PP con los nacionalistas catalanes. Más que romance, un mamoneo, que diría yo: yo te apoyo con lo de la reforma laboral, que ya me viene bien y tú me apoyas con lo del copago sanitario, que ya me viene bien.
Los que sólo tenían problemas filosóficos se van dando cuenta a golpe de sentencias absolutorias para los corruptos, mientras que son condenados los jueces que los persiguieron.
A mi me está pasando lo mismo: me estoy dando cuenta de cual es el camino a seguir.
Y es que el señor me ha venido a ver para revelarme la verdad:
Esta mañana me he caído del caballo y me he dado un golpe en la cabeza, que, por cierto, todavía me duele.
Pero lo doy por bien empleado, ya que me ha servido para ver claro. O sea, que me ha convertido ese bendito golpetazo en un clarividente.
Me he caído del caballo cuando he escuchado decir al otro, el Montoro ese, que no se iba a despedir a ningún empleado público ni a recortar el sueldo a los funcionarios.
Y me he caído de culo, porque he visto claramente lo que va a ocurrir:
Se van a bajar los sueldos de los funcionarios y van a reducirse las plantillas de empleados públicos.
Al tiempo.
Y es que todavía hay margen. Para esto no hace falta ser clarividente. Es suficiente con repasar los listados de cosas que no se iban a hacer y que se están haciendo.
Tampoco se va hacia el copago y a la subida de impuestos, tasas y precios públicos. Al tiempo.
Y es que no queda otra que gastar menos e ingresar más. Son habas contadas, que dice la Merkel.
Y, aunque no lo creáis, todavía queda margene echad mano de la memoria y veréis cuantas cosas que no se iban a hacer quedan aún para dar ideas.
Copago en educación.
Impuesto para usar las autovías.
Céntimo sanitario en el consumo de las energías.
Modificación de la Ley de Educación para aumentar la ratio profesor – alumno.
Subida de tarifas en el recibo de la luz y del gas.

Mejor no pensarlo. Pero es que son tan previsibles…
Yo, para unirme a la corriente dominante de hacer cosas que jamás haría, ya me estoy planteando ir al fotomatón para hacerme la foto para el carné de afiliado a las juventudes populares.
Y… es que todavía hay margen, que dijo el profeta.

jueves, 15 de marzo de 2012

El Decálogo. 05. ”Sé más amable de lo necesario.”

”Sé más amable de lo necesario.”
Amable. Amable es lo que, o quien, merece ser amado.
En esta vida las cosas deben hacerse no sólo para eso, si no también para eso.
No vivimos sin compañía. Vivimos con más personas, dependemos de otros. Necesitamos del camarero y él necesita de nosotros.
En más de una ocasión he oído que no se debe dar las gracias cuando, en un banquete te sirven los platos o las bebidas.
Pues no sé yo que clase de persona es la que ha puesto esa regla de “urbanidad”. Posiblemente alguien que necesita guardar las distancias con la servidumbre.
Realmente muchos de los protocolos establecidos sirven para eso, para que cada uno se quede en su sitio. No se trata de orden, no. Es una cuestión de conservar el orden que a mí me interesa.
Quizás quien me lo ha dicho, lo hace porque le parece que es algo distinguido.
Cuando se hace algo, como por ejemplo ser amable, por interés, deja de ser algo meritorio y pasa a ser algo interesado. Ser amable por interés puede parecerse a ser “un pelota”.
Se trata de ser amable por nada, aunque si se es amable, la mayor parte de las veces se recibe una recompensa. Ésta suele venir en forma de agradecimiento.

Otro efecto de la amabilidad es que propicia el cambio, para bien, de las actitudes de los demás, de los que son objeto de la amabilidad.
Lo contrario también sucede: una actitud hostil genera más hostilidad.
Ser amable no es sinónimo de falta de reciedumbre. Todo lo contrario, produce más admiración y gratitud quien dice: «pase usted» que quien simplemente se echa a un lado para quitarse de enfrente de la puerta. Ser cordial indica mayor entereza y dominio que poner un rostro frío de absoluta indiferencia. El “duro” se hace respetar, el cortés es respetado por lo que es.
La amabilidad no sólo es cortesía. Es un valor profundo de la persona.
La verdadera amabilidad es la que surge de los sentimientos, la “otra” amabilidad, que se crea a partir de una obligación, la más común, que tiene que ver con las formalidades y normas de conducta. Ésta solo sirve para seguir la corriente de lo que es socialmente aceptado, que en general es bien comprendido, pero que muchas veces se puede entender como una "máscara".

Aquí te dejo algunas frases sobre la amabilidad para que pienses un rato:
Algunas personas son amables sólo porque no se atreven a ser de otra forma.
William Faulkner (1897-1962) Escritor estadounidense.
Aunque pudiera hacerme temible, preferiría hacerme amable.
Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592) Escritor y filósofo francés.
Hay tres cosas importantes en la vida: ser amable, ser amable y ser amable.

Henry James (1843-1916) Escritor estadounidense.
La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro, por lo menos amortigua los embates de la vida.
Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.
Un hombre alegre es siempre amable.
Máximo Gorki (1868-1936) Escritor ruso.

lunes, 5 de marzo de 2012

Polvos blancos.

Cuando me miran con esa cara y sonríen de medio lado, con ese gesto amargo de superioridad y asco, me dan ganas de sacarles la lengua. Pero no en el sentido de hacerles burla, no.
Literalmente, Agarrar unas tenazas y, con la otra mano, abrirles la bocaza y tirar de su lengua hacia fuera. Luego pellizcarla fuertemente, pero sin llegar a cortarla y extraerla de un tirón, arrancándola del todo.
De eso es de lo que siento ganas.
¿Para qué la queréis, si no me decís nada? Sólo me miráis y sonreís de medio lado, entre burlones y superiores.
No lo voy a hacer, tranquilos. No porque me importéis una mierda, no me importáis nada. No lo voy a hacer porque el castigo sería poco para vosotros y mucho lo que me iba a costar a mí.
Puestos a tener que pagar un precio por mi venganza, que sea por algo definitivo. ¿No os parece?
Si lo hiciese, es posible que me tomasen por loca y que me internasen de por vida en un psiquiátrico. Eso no estaría mal del todo, siempre que allí pudiese conseguir los polvos blancos.
Esos maravillosos polvos que, debidamente preparados y consumidos, me producen el mayor bienestar que tan profundamente me llena.
- ¿Sí? Dígame.
- Buenos días, ¿Es el psiquiátrico?
- Sí, ¿qué desea?
- Soy una persona a la que es posible que lleven allí. ¿podría contestarme una pregunta?
- Bueno… es que yo sólo soy la recepcionista y… ejem… no sé si…
- Mire, entonces, páseme con quien pueda atenderme, por favor.
Esta imbécil se va a quedar también sin lengua de un tirón. No la he visto pero he notado su risita y he percibido su gesto.
- Un momento.…
Lo dicho. Se calla. No le hace falta la lengua.
- Sí, dígame.
¿Usted puede responderme una pregunta?
- Sí, sí, Dígame.
-
- Soy una persona a la que es posible que lleven a ese psiquiátrico. ¿sería posible conseguir mis polvos blancos allí?
- ¿Se refiere a cocaína o algo así?
Este cretino no tiene ni idea de que le estoy hablando.
- No, no señor. Me refiero a lo otro.
- ¿Heroína?
- No, hijito. Sacarina, me refiero a sacarina.
- ¡Ah, claro! Sí, no se preocupe, toda la que quiera.
- Pues muy bien, ya pueden venir a buscarme.
- Disculpe, pero eso lo tiene que decidir un médico o un juez. Mientras tant…
- ¡Click!

He colgado porque, a pesar de hablarme, he notado la risita y el gesto. Este va a poder hablar poco tiempo más.
Me visto, hago la maleta con lo imprescindible, cojo las tenazas y me las guardo en el bolsillo del abrigo. Salgo a la calle y siento el frío de marzo en la cara.
Al llegar al centro de salud, me atiende una joven muy amable que me indica que, si no es una urgencia, no me puede dar cita hasta pasado mañana.
Me acuerdo entonces de que, si mi plan sufre algún retraso y tardan en llevarme algún tiempo al psiquiátrico…
Me paso por la farmacia para comprar los polvos.
Ella está allí. Lo va a hacer, seguro.
Lo ha hecho. No sabe hasta que punto me ha gustado ver esa mueca en su cara.
Toco las tenazas en mi bolsillo. Están ahí.
- Quiero una caja de sobres de sacarina en polvo, de las grandes.
- Tenga.
Me la guardo en el bolsillo del abrigo y saco las tenazas.
Rápidamente, con un gesto decidido, le agarro el pelo por detrás de la cabeza y le coloco una oreja sobre el mostrador.
Al sentir el dolor, o quizás por la sorpresa, o por las dos cosas, abre la bocota y me enseña la lengua. Roja, babeante, brillante.
Ahora estoy aquí sentada sin acordarme de nada más que de lo que os he contado. Pero me encuentro en paz conmigo misma, serena.

domingo, 4 de marzo de 2012

Quieres ayudar, ¿ verdad Capítulo 11. Para ayudarme, conóceme 04

Once.- Para ayudarme, conóceme. Parte 04.
- ¿Quieres ayudar?-
Sí.
- Eso está muy, muy bien. ¡ Gracias, muchas gracias.
- Pues allá van unas recomendaciones. Lo que viene a continuación son unas reflexiones inspiradas por : http://www.integrando.org.ar/datosdeinteres/it_guia_acompaniante. htm
Guía para interactuar con personas ciegas. Parte cuarta.

Es recomendable que leas, analices y practiques los CONSEJOS PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN CON LAS PERSONAS CIEGAS que vienen a continuación. Podríamos agregar mucho más, pero es lo suficiente para iniciar una agradable y enriquecedora experiencia como acompañante de personas ciegas.

CONSEJOS PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN
CON LAS PERSONAS CIEGAS.

Tal vez muchas veces has querido ayudar a una persona ciega y no te has atrevido a hacerlo por temor a una respuesta agresiva o sencillamente para no cometer un error. He aquí algunos consejos para ser útil:

1) En primer lugar, ten en cuenta esto. Cuando entres a un lugar donde se encuentra un ciego, habla aunque sea sólo una palabra de saludo. Es preciso que hagas notar tu presencia y también prevenirlo cuando te retires. No sabes bien lo desagradable que es continuar hablándote después de que te hayas marchado

2) Jamás te dirijas a mí por intermedio de otra persona. Hazlo con normalidad y asegúrate que sepa que te estás dirigiendo a mí, llamándome por mi nombre, tocándome un brazo o de cualquier otra forma.

3) No modifiques tu modo de expresarte para evitar ciertas palabras como “ciego” o “ver”. La discapacidad visual es la ceguera y se llama “ciego” a quien la porta. Esto no me ofende y yo uso naturalmente estas palabras. Puedes utilizar sin temor palabras que hacen alusión a la vista, como “mirar”, “ver la televisión”, “bonito” o “hermoso”. A mí no me molestan estos términos e incluso los uso. Por ejemplo, puedes decirme: “¿Viste ayer el telediario?” refiriéndote a escuchar las noticias por televisión.

4) Cuando te encuentres conmigo, pregúntame si deseo que me acompañes pero no insistas si te digo que puedo arreglármelas solo.

5) Si acepto tu ofrecimiento, préstame tu brazo pues así podré seguirte y realizar los mismos movimientos que tú, lo que me será imposible si eres tú quien me toma del brazo y me empujas hacia adelante. Eso es lo que yo llamo zarandeo y me resulta desconcertante. La sensación es la de que te colocas ante un precipicio y alguien te empuja.

6) Cuando cruces una calle acompañándome, detente un momento junto al bordillo de la acera y adviérteme si hay que subir o bajar.

7) Encara las aceras de frente, nunca en diagonal. Lo mismo rige para las escaleras fijas y mecánicas. No me abandones hasta que ambos nos encontremos sanos y salvos al otro lado de la calle.
8) Si de repente, me tienes que dejar, indícame brevemente todos los peligros que se encuentran en el camino a seguir. Si me “aparcas”, mientras haces otra cosa, por ejemplo, colocar algo en el maletero, no lo hagas dejándome de cara a la pared: me siento ridículo.

9) Para indicarme un asiento, toma mi mano derecha y ponla sobre el respaldo de la silla o sobre el brazo del sillón y sabré tomar asiento por mis propios medios.

10) Para subir a un coche, coloca mi mano sobre la manija de la puerta, o si está abierta, sobre el techo del vehículo e indícame si el frente del coche está a mi derecha o a mi izquierda. Me ubicaré de inmediato en el lugar correcto, sin ninguna otra ayuda.

11) Para subir una escalera común, colócame la mano sobre el pasamanos. Si se trata de una escalera mecánica, indícame si sube o si baja, luego colócame la mano sobre la cinta sin fin, en el momento que vaya a usarla.

12) Para pasar por una puerta giratoria: Si te digo que prefiero ir delante, coloca mi mano sobre uno de los paneles giratorios para que me de cuenta de la dimensión del compartimento e inicie el movimiento; si prefiero seguirte, hazme saber cuando entras, para que suelte tu brazo y entre en el compartimento siguiente, pero jamás en el mismo que tú. Si la puerta es de las normales, indícame si abre a la derecha o a la izquierda y si lo hace para adelante o para atrás. Por ejemplo, puedes decir: “Vamos a entrar por una puerta que abre hacia delante y a derechas.”. En cualquier caso, asegúrate de que la puerta no se cerrará en mis narices o en mi culo después de haber pasado tú.

13) Si me entregas billetes de distintos valores, hazlo por separado, agrupados por cada valor, identificándolos vez por vez.

14) Si te pido una dirección, indícamela tan precisamente como sea posible, señalándome la distancia a recorrer, si debo doblar a izquierda o a derecha o seguir en línea recta. Si usted es policía, vigilante o encargado del lugar, preséntese como tal, pues puedo tener necesidad de una ayuda de su parte, que no aceptaría proviniendo de otra persona.

15) Evita especialmente la lástima o una solicitud excesiva. Al acompañarme háblame como a todo el mundo, ayúdame discretamente y no insistas cuando te diga que ya no lo necesito.

16) Si tenemos que convivir, en tu casa o en la mía, lugar de estudio o trabajo, procura que las puertas y ventanas estén siempre completamente abiertas o completamente cerradas, e infórmame de los cambios que se produzcan en la ubicación de los muebles.

17) Cuando te encuentres conmigo o con cualquier conocido ciego, preséntate por tu nombre al saludar, no pretendas que siempre sepa con quién estoy hablando. Es de muy mal gusto jugar con la ceguera al “adivina quien soy”. Aunque lo hagas sin intención, no dejará de ser un gran fastidio.

Aplicando estos consejos estarás brindando un gran servicio.

sábado, 3 de marzo de 2012

El loco hambriento insaciable.

De niño, he oído de ti tantas historias, tantas aventuras que no había caído en la cuenta de lo importante que eras. Me parecía normal. Creía, de niño, que lo normal en las personas era ser excepcional.
Es ahora, cuando ya he vivido algo, cuando me doy cuenta de tus hazañas. Ahora te admiro más, porque creo comprenderte mejor, porque me es más fácil ponerme en tu lugar.
Cuando te oía eso del “cupón bendito”, me hacía gracia. Pero no comprendía el alcance real de la expresión. Es ahora, cuando he tenido que echar mano de ello, cuando me doy cuenta de todo lo que permite hacer ese bendito cupón
Tengo oído contar que, del brazo de tu amigo Luís, el cubero, os perdíais dando tumbos por los caminos en busca de otro pueblo donde cantar y sacar unos duros. O acababais en un zarzal por evitar aquella finca de la que os había echado algún pariente agraviado de tal o cual moza o no tan moza. Cuando oía contar aquello, me hacía gracia, sólo eso. Hoy, además me da motivos para admirarte por tu capacidad de superación y por tus ganas de vivir.
Voy a tratar en tu honor, de recuperar algunas de tus poesías: la del bar azul, la del loco hambriento insaciable…
“… vengan a mí tetas de vaca,
Setas y espárragos grandes,
Cogollitos de guisantes…”
Creo recordar a bote pronto que decía aquel autobiográfico personaje enloquecido por las hambrunas de la España de posguerra en la que te tocó pelear con tu orfandad, con tu ceguera, con todo ese ambiente hostil que te rodeaba.
Es la mundial aquello de tener engañados a los del pueblo fingiendo desde la trastienda una emisión radiofónica de no recuerdo que emisora, supongo que inventada, en la que se anunciaban cosas y gentes del pueblo, se cantaba y se contaban historias y cuentos. Y la parroquia, embobada. ¡Cuánta inteligencia desaprovechada para la humanidad en general! Aunque no así para los que tenemos la dicha de compartir vida contigo. Y que capacidad de poner buena cara al mal tiempo.
Recuerdo con ternura la veneración que sentías por tu mujer, ese portento de mujer con la que compartiste, sin duda, los años más felices de tu vida.
Creo haberte recriminado que dejases de tocar la guitarra. Eso fue una automutilación innecesaria, a mí entender de entonces. Fue una falta de respeto por mi parte el no comprenderte o, por lo menos respetarte. Pero es que nos privaste de golpe del placer de escuchar lo que de esos maravillosos dedos salía en forma de rasgueos, punteos, acordes…maravillosos a su vez.
Y que decir de aquellas entrañables e interminables sesiones de cantar en familia, de contar picardías…
“…pues allí nos tienes, haciéndonos arrumacos en el portal. Mientras que el señor que quería entrar, dándose cuenta de que nosotros nos estábamos poniendo aún más ciegos de lo que éramos. Pero no atreviéndose a interrumpir, se quedó allí parado, esperando…
… cuando comprendió que se iba a quedar pasmado, porque iba para rato la refriega, se atrevió a decir, tímidamente, claro:
- Perdonen, si no les importa, se apartan un poco. Es que tengo que entrar…”
Aquellas tardes de domingo después de comer, en las que , con ilusión , cogido de la mano de mi madre, nos encaminábamos hacia tu casa para pasar allí la tarde y reír, reír, cantar, bailar y volver a contar las historias mil veces repetidas y con ellas otra vez a reír.
Gracias a que tu hija se ha esforzado en cuidar de ti, de llevarte y traerte a visitar a tu hermana, hemos podido seguir compartiendo y disfrutándote.
Ahora, que sigues teniendo esperanzas en que el Atlético de Madrid te de otra alegría como la del triplete, para pasársela por las narices a alguno, te diré que gracias a ti, también soy un poco del “Aleti”.
Toda una vida llena de anécdotas. Toda una vida llena de vida que deseo recordar para siempre.

viernes, 2 de marzo de 2012

Mi pereza.

Viene a verme cada día,
Con el disfraz de nobleza.
¿Qué me cuentas, vieja amiga?
Le saludo a mi pereza.
Hoy tampoco te levantes,
Me susurra, zalamera.
Hace frío en la calle,
No están puestas las aceras
No tienes porqué hacerlo,
Nadie te espera en la puerta.
Puedes seguir en tu sueño
De algodón y sin ovejas.

Anda que tienes tú ganas
De pasar penas afuera.
Pudiendo quedarte en casa
Donde no llueve ni truena.
Ya que has salido, espera
No tengas prisa al andar.
Mira que la fatiga llega
Sin tenerla que buscar.
Date un respiro, muchacho.
Aprovecha la ocasión.
Mira que dentro de un rato,
Se te saldrá el corazón.
Puedes darte ya la vuelta.
No es necesario que sigas.
Aunque te veas con fuerzas,
Guárdalas para otro día.

Mira lo que has conseguido.
Te duelen hasta los pelos.
En guiñapo convertido,
Mírate en el espejo
Aquí es donde se equivoca.
Porque la imagen que veo
Es la de un tipo guapo,
Con salud y satisfecho.
Con engaños y zalemas,
No lo puedes tú lograr.
Otro día mi pereza,
Hoy me queda voluntad.

jueves, 1 de marzo de 2012

¡Adiós, Carlos!

Se me ha quedado una espinita, amigo. Pero voy a intentar sacármela.
Cuando has dejado de hacer algo con una persona y, así es la vida, ésta fallece, es imposible arreglarlo.
La única forma de que ese desarreglo no sea inútil es que el que queda, aprenda e intente no volver a repetir la historia.
Cuando te llamé para que hiciésemos por vernos, me pareció notar que no estabas por la labor y no supe insistir o facilitar. En fin, hacer algo más que quedarme con dos palmos de narices.
Que cretino fui. En mi descargo, te diré que yo no lo estaba pasando muy bien que digamos.
Bueno el caso es que mi espinita es que me sentí un poco molesto contigo. Y, ahora lo sé, eso no estuvo bien. Lo supe enseguida y, esa es la espinita, no hice nada por arreglarlo entonces.
Podría haber quedado contigo para que me contases cosas bonitas de tu hija, que es lo que se te daba mejor desde que nació. Para recordar nuestras andanzas por Talamanca. Para echar unas risas recordando lo de hacer vino en el fregadero de la cocina. Para que me explicases cómo fue posible que no te hicieses millonario con el sistema de apuestas múltiples reducidas en el que invertías tantas noches en blanco. En fin, a recordar, a vivir de nuevo,…
Pero no fue y eso no tiene ahora remedio
Espero tu sonrisa desde donde estés, a modo de absolución...
La penitencia he empezado a cumplirla en el momento en que me dieron la noticia de tu fallecimiento. Noté una punzada, un estrujón en el corazón que me tiene todavía encogido y que, mientras no quede aprendida la lección en mi alma, no acabaré de cumplir.

¡Adiós, Carlos!