LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

miércoles, 13 de junio de 2012

La Irlanda que yo vi.


Los de Tyanair volvieron a tocar las fanfarrias. Esto es siempre buena noticia. La amable acogida de Andrés júnior y su chica Ana al recibirnos fue muy de agradecer, porque no hay cosa mejor que tener perspectivas favorables para que se puedan afrontar los asuntos con buena disposición. Y la acogida fue de las que te disponen muy, muy bien el ánimo.
Al coche, prácticamente recién estrenado por Andrés, un ford focus de tres puertas, sólo le faltaba el volante. Mejor dicho, que lo tenía cambiado de sitio.
Esta diferencia, junto a la de los enchufes, sirvió para que constatásemos que nos encontrábamos en un país que no era el nuestro. Aunque no demasiado distinto.
La cena en un “italiano” a base de pasta y pizza, servida por una camarera mexicana muy simpática, nos permitió hacer una transición suave.
La enseñanza del día corrió a cargo de la profe Ana, que, hablando de lo correctos y educados que eran los dublineses, me indicó que rápidamente se daban cuenta de la procedencia de los visitantes, sobre todo si eran españoles, porque nosotros no acostumbramos a emplear fórmulas de cortesía de manera habitual. Y ellos, los dublineses, lo hacen constantemente.
Como comprendí que me convenía pasar por un tipo estupendo, me apliqué el cuento y ahora, siempre que pido algo, lo hago empleando la f´fórmula : Can I have……? Please..
He leído recientemente que un lugar, cualquier lugar es un bocadillo en el que la tapa de arriba es el paisaje, la de abajo las gentes que lo pueblan y en el centro se encuentra la música, la gastronomía, la cultura y el ánimo que tu pongas…
Pues bien, Irlanda es un bocadillo en el que la parte de arriba son las consecuencias de la abundancia del agua, la de abajo un tipo que se bebe unas pintas, baila en el pub y te da dos besos cuando te presentan a él; o lo que es lo mismo, un tipo que piensa que un extranjero es un amigo al que aún no conoce. La parte del centro del bocadillo está rellena de literatura costumbrista.realista, revueltas independentistas, hambruna de patata, San Patricio y Guinness.
Si lo quieres entender, tendrás que darte una vuelta por aquí y conocer a Molly Malone, comer salmón y estofado de cordero hecho con cerveza negra y escuchar música en un pub.
He comprendido que la identidad de esta gente va muy ligada a recalcar las diferencias con los británicos, cosa que se contradice con el hecho de que aquí la gente es del Manchester o del Arsenal.
En las calles de Dublín abundan las estatuas en honor a los próceres y a los hechos que recuerdan permanentemente la lucha de este pueblo por independizarse de los vecinos británicos.
En este viaje, he caído en la cuenta de que en mi memoria, figuran multitud de personajes, canciones y grupos musicales, Literatos, películas y conocimientos que tienen su origen en la isla esmeralda, pero que, ignorante de mí, creía que eran ingleses.
Perdón, pero no hay cosa peor que la ignorancia y la incultez. Menos mal que se quita un poco con los viajes.
Oscar Wilde, James Joyce, Swift, el de los viajes de Gullibert, U2, The cramberries, Santa Brígida y la cárcel de Kilmenah, o como se diga, son sólo algunos de mis errores de ignorante pretencioso.
Perdón, otra vez.
Donde fueres, haz lo que vieres. Por ejemplo:
- Cantar la canción de Molly Malone, o berberechos y mejillones, que es lo que voceaba esta imaginaria, muchacha de generosos pechos que vendía pescado por las calles de Dublín, arrastrando su carretón repleto de cestas de mimbre, mientras ofrecía sus frescos productos. Todo ello igual que antes lo habían hecho sus padres. Lo que la canción no cuenta es la manera que tenía de anunciar lo que vendía por la noche a estudiantes y profesores de la University. Esta mercancía se anunciaba sola dejando que se asomase a su escote todo aquel que así lo quisiera.
- Sobrecogerse al conocer la historia de aquella niña que falleció estando encarcelada o la de aquellos adolescentes ajusticiados por sus ideas nacionalistas.
Enrique VIII la lio parda, pero es aquí dónde se ha hecho patente para mí. Sus diferencias con el Papa y su soberbia han provocado daños que aún hoy se siguen notando y produciendo en estas tierras.
Alguien ha dicho que el abuso de poder mantenido en el tiempo, es la mayor injusticia que puede haber y la corrupción que genera el daño mayor al hombre.
Lamentablemente las revoluciones que acaban violentamente con los tiranos, se cobran el precio mayor en las vidas de los que tratan de librarse de la injusticia.

La historia me viene demostrando que la mayor parte de los conflictos tiene su origen en los anhelos desmesurados de poder y de riquezas, aunque se disfracen de idealismo político o religioso para que piquen los idealistas o los devotos y sean ellos los que mueran y sufran las consecuencias de hacer el trabajo sucio, mientras el Papa y el Enrique VIII de turno, se enriquecen o se salen con la suya.
- Comer ostras y salmón o cordero estofado con cerveza negra regado con una pinta de Guinness o de sidra, mientras se disfruta de la música y danza popular irlandesas, rematando con un café irlandés o un wisqui de malta.
- Charlar en un pub a la sombra de otras pintas y maravillarte de lo heterogéneo del personal que comparte mesa y música: jóvenes y mayores, hombres y mujeres, locales y turistas, junto con expatriados de multitud de nacionalidades, razas y lenguas, que sirven las mesas o se sientan a ellas, dispone el ánimo para que todo te parezca bien, sobre todo de la tercera pinta en adelante.
- Caminar seis o siete metros y desandar ese mismo camino tratando de comprobar que, efectivamente, la metralleta que, desafiante nos apunta desde las manos de un encapuchado que nos vigila desde uno de los murales del barrio unionista de Belfast, se mueve hacia nosotros y nos hace reconocer que el odio y el rencor que se instala tras los actos violentos, no se disuelve con tratados y que las heridas más profundas se cierran casi siempre en falso.
- Recordar en el lugar en que se construyó el Titánic, ese monumento a la estupidez humana, que, queriendo ser el paradigma del lujo de la época, se convirtió en la tumba del bueno de di Carpio y de otros muchos, me ha hecho reafirmarme en que tanto o más agradable que rodearse el cuello con un collar de oro y brillantes es dar un paseo con Maribel a orillas de un lago de origen glaciar, precisamente el día que la climatología nos dio una tregua.
- Escuchar la hora y media de explicaciones en la que el conductor guía nos resumió unos diez mil años de historia de Irlanda, hizo que mereciera la pena el viaje de siete horas entre ida y vuelta que nos chupamos para llegar al norte y pisar las columnas hexagonales de basalto que se encuentran en la calzada de los gigantes, frente a las costas del sudeste de Escocia. Menos mal que el día acompañó poniéndose horrible y, de esta forma no nos hizo tener ganas de otra cosa mejor que hacer.
- Pasear frente a casas georgianas de ladrillo rojo y tejado de pizarra, con tres plantas incluido el sótano que se reservaba para cocina, almacenes y sirvientes y la azotea que alojaba a los niños y su Mary Poppins particular.
- Escuchar a los músicos callejeros y comprar bouquets de flores en alguno de los muchos puestos callejeros de Henry Street. Cruzar el puente del medio penique o el de O´Connell en cualquiera de los dos sentidos, nos va a colocar en el auténtico Dublín de las guías turísticas al uso.
- Visitar el enorme complejo universitario del Trinity College que asienta su enorme campus en el lado izquierdo del río Lifey, en el centro de la ciudad tiene algo de añoranza de los años de estudiante y no deja de tener su encanto el descansar mientras en el campus se juega un partido de críquet entre universitarios.
Si la casualidad te hace que coincidas con bastantes personas que, a un lado y otro de la acera, aguardan la llegada de alguna comitiva, espera un poco y, probablemente, verás pasar la antorcha con el fuego olímpico que se dirige a Londres para acompañar la celebración de las Olimpiadas en las que Nadal ganará una medalla. Y si lo estimas oportuno, da una vuelta por Malahide castle y regresa por Howth para comerte una ración de ostras a no demasiado mal precio.
Todo esto, desordenado me lo llevo puesto en la cabeza, dentro de la hermosa horrilla que me ha elegido mi ama para que la pasee este verano por donde quiera que vaya.
No se lo digáis a nadie pero, a escondidas, cuando nadie me veía, le he palpado el escote a la buena de Molly.
Estos irlandeses tienen la mala suerte de tener un hermoso país. Digo que es mala suerte porque la causa principal es el clima lluvioso y desapacible. Dicen por aquí que en un solo día es posible disfrutar de las cuatro estaciones. Y es casi verdad, porque nosotros hemos disfrutado de tres: el verano no ha venido a vernos ninguno de los días.
Me quedan pendientes algunas cosas para una próxima ocasión:
Visitar la fábrica de Guinness, probar el wisqui Jameson, llegar hasta los acantilados del oeste de la isla y hablar y entender el inglés con alguna fluidez.
No son muchas cosas pendientes y se pueden hacer todas en una tarde de inspiración.

2 comentarios:

  1. Pues ya me has jodido porque ahora, si voy, será como si ya hubiera estado antes. Te has puesto las botas con la molly.

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  2. Lo has escrito y descrito maravillosamente, seguramente más minucioso que si lo cuentas oralmente.
    Lo has vivido y para la próxima, 1º aprender ingles y luego llegar a los acantilados, con mucho cuidadito claro.

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