LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Yo no hice fotos cuando estuve en Marrakech, por eso no las cuelgo aquí.

Del uno al cinco de diciembre de dos mil once.
Día uno:
Viaje a Marrakech.
Los viajes siempre suponen salir de la rutina. Con la incertidumbre que genera la falta de rutina.
Este viaje no iba a ser menos.
Antes de nada, tengo que recordar la necesidad de saber claramente cuál es el procedimiento para solicitar la asistencia al llegar al aeropuerto.
Mi experiencia con las compañías low cost no es grande, pero ya cuento con un pequeño repertorio de anécdotas, al que incluyo la de hoy.
Tras pasar el cheking de seguridad y encontrar la puerta de embarque con tiempo suficiente, dispuestos a esperar pacientemente, como no puede ser de otra manera, me sorprende un aviso por la megafonía que advertía la necesidad de la compañía para nuestro vuelo de que aquellos pasajeros que voluntariamente, y debido al exceso de equipaje de mano que había, dse ofreciesen para facturar el suyo, a cambio, se les daba preferencia en el embarque, o como luego me enteré que se decía, en el speed boarding, o algo así.

No le hice caso porque ya me parecía suficiente incertidumbre la que llevo cuando salgo de mis rutinas, como para , voluntariamente, aumentarla.
Mira por donde, a Maribel, que prudente, se había puesto en cola con su maleta y la mía, y me había dejado cómodamente aparcado en los asientos de la sala de espera, se entera del ofrecimiento y bien por parecerle atractivo, o por su predisposición a colaborar, me pregunta qué me parece. Se ve que no acierto al declinar el ofrecimiento y tras volvérmelo a preguntar, yo, débil como soy, no lo medito y me apresto a consentir.
Nos acercamos al mostrador de embarque y aceptamos la proposición.
El jóven que nos atiende, muy amablemente,me dice: Ah, es usted el ciego, pues muy bien entrará el último, y las maletas las llevarán ustedes hasta la puerta del avióon para que luego nosotros las llevemos a la bodega…
Conseguido: más incertidumbre y un poco de malhumor.
Para remediarlo aplicando eso de convertir las amenazas en oportunidades, me dedico a escribirlo y mientras lo hago pienso que debo sacar alguna enseñanza del incidente. Cuál podría ser?
Creo que pensar bien las cosas antes que asentir sin pensar y, luego sufrir las consecuencias y, además, echarle la culpa a Maribel. Eso no quita que ande preocupado por cómo se nos darán los trámites con las autoridades marroquíes sin destreza en idiomas y teniendo que rellenar papeles y encima encontrar las maletas facturadas.

Por cierto, me ha hecho ilusión utilizar el portatilillo para escribir esto y entretenerme en el avión.
Se me ha pasado el tiempo “volando” porque casi sin enterarme nos hemos plantado cerquita del destino. Lo sé porque Maribel me anuncia que se ve el Atlas nevado hacia el sureste.
La llegada a destino, los trámites y la recuperación de las maletas nosupusieron más que satisfacciones .
Nos recibieron unsssssssssssss sol y una Matalia radiantes y deliciosamente acogedores.Cerramos la mañana con la comida en familia y con una sorpresa en forma de vino marroquí. Antes de hoy hubiera jurado que en Marruecos no se elaboraba vino, mira tú.
La tarde se nos fue en patear la Medina y sus zocos que, rebosantes de gente y mercancías, nos ofrecieron además de una sensación de anacrónico olor a palomitas de maíz, un reconfortante te a la menta, en la plaza de las especies.
Tuve un momento de desilusión porque no olía a lo que me imaginé que debía de oler, pero me confoormé con los olores que pudieron ofrecerme las caballerías , los tubos de escape de las motillos que pululan por doquier, más allá de lo razonable.
En la cena, en un coqueto y bien atendido restaurante que creo recordar que se llama Le jardin de Gueliz, tuvimos el primer contacto con la cocina marroquí gracias a una pastela au mer que me apreté de entrada, antes de un entrecot con guarnición y una Mouse de chocolat noir bastante contundente. Pues no necesité echar mano del almax por la noche.
La pastela es como una empanada de masa de hojaldre muy suabe y crujiente que envuelve una especie de sofrito de lo que se trate en cada ocasión. En este caso de calamares muy especiados y sabrosos.
Si no llega a ser por el vino el menú de noche nos hubiese salido por unos trece euros por cabeza, dque teniendo en cuenta el local, la calidad y el servicio podríamos decir que está tirao.

Día dos:

Les jardins de Majorelle están justo al lado de la casa de Natalia y Javi. Otros dirán que es la casa la que está al lado de los jardines pero, qué más da!
Esta tontunez la digo para poner de manifiesto lo relativo de las percepciones y lo subjetivo de las valoraciones: para mí es más importante la casa que los jardines. Por lo tanto comenzaré con la casa.
Es un luminoso dúplex en una urbanización residencial con piscina y jardín central que resulta bastante confortable porque está dotada del calor de Natalia. He decidido que, mientras alguien autorizado para ello no lo haga, yo la bautizo como c´a Natalie.
Los jardines de Majorelle me han recordado el Huerrto del cura de Elche. Se trata de un pequeño botánico-arboreto agradable de pasear.
Bastante más que el paseo. Gymkhana-aventura que nos marcamos my wife and me por la jungla de motillos en busca del arca perdida y jamás encontrada. Lo que sí encontramos fue una terracita donde nos sirvieron unos zumoss de orange et bananne que por dos euros en total yncluyendo propina no obligatoria, nos quitaron las penas de golpe antes de probar el cuscús en un sitio que no es de cuscús pero que lo ofrece bueno, bonito y barato incluso fuera de hora, porque sirve comidas en cualquier momento del día. Se llama Kech Mara, o algo así como Marrakech pero al revés.
La tarde nos permitió descubrir la tan nombrada puesta de sol delsde una terraza sobre la plaza, una de las plazas más concurridas de África y del mundo, Djemaa el Fna , mentras tomamos contacto con los pastelillos morunos acompañados de té a la menta, cantos llamando a la oración desde todas las mezquitas y el inmenso bullicio estructural del lugar.

Ya en casa, por la noche, larga charla y descanso reparador.
Día trex:
Después del arreglo de una pequeña avería en las tuberías del agua de c´a Natalie, nos fuimos a comer con la pareja jóven a la Medina. Me resultó curioso el ofrecimiento, aceptado por Javi tras consultarlo con Natalia, de lavar el coche en la calle. Después comentó Javier que cuando hace esto, suele pagarlo con veinte dirhams, que vienen a ser algo menos de dos euros. Pues bien, comimos en la azotea de un local parecido a un pub que se encuentra en una plaza de la zona del melah con talleres dedicados a la forja artesanal. Pasamos algo de frío pero contentos porque resultaba agradable el lugar y la compañía. Así de contentos nos dedicamos a la visita monumental que se limitó a dos lugares: el palacio el wadí, curioso por sus naranjos y estanques y las tumbas sadies, también curiosísimas por la rica decoración que esiben y por la historia de haber permanecido ocultas durante siglos y devueltas a la vista de todos a principios del siglo veinte.
La tarde nos trajo la noticia de que en la liga española de fútbol las cosas continuaban igual de reñidas, cosa de mucho interés para los marroquíes que son forofos del fútbol español como Alá manda. En el camino nos cruzamos con un comercio y su comerciante que dse dedican a las hierbas y perfumes y cosmética en general; pues bien, desplegó con nosotros todo su arsenal de recursos y muestrario, incluyendo algguna confidencial y sugerente indicación semisecreta al oído que cantaba las excelencias de un brebaje para snifar con propiedades supuestamente afrodisíacas que prometían una larga y placentera noche de amor.Lo que sí nos trajo la noche fue la llegada de los catalanes de Lleida, Zamora y Salamanca con los que nos fuimos a cenar para celebrar el cupleaños de Maribel. Lo hicimos en el, según Javi, mejor restaurante de Marrakech, Le Chat qui rie. Allí cayó la tercera marca de vino marroquí y otra de las especialidades gastronómicas locales: el cordero cocinado durante siete horas.

Día cuatro:
Natalia nos había programado una excursión para visitar, a los pies del Atlas, un valle con encanto en el que han preparado un circuito de aventuras que incluye una tirolina sobre un barranco profundo que salva unos ochocientos metros de longitud. Nadie de nuestro grupo se animóo a ello. A lo que sí nos animamos fue a apretarnos un Tallin o algo así, con el que completé mi colección de comidas típicas del lugar.
En el camino, nos detuvimos en un pueblo para visitar lo que el guía-conductor que llevábamos dijo ser una cooperativa de trabajo de muferes. Allí nos recibieron con una pequeña representación de lo que es la producción manual del aceite de arrgán y sus deribados cosméticos y alimentarios. Les compramos, claro, y les dejamos ver nuestra solidaridad de europeos ricos dejándoles propina por su teatrillo y por hacerse fotos con nosotros. Me sentí guiri total pero no lo manifesté porque todos se encontraban con otra sensación. Debe ser algo parecido a lo que sienten algunos paleticos de Finlandia cuando los pasean en burro por Mijas y les dejan pensar que es el medio de transporte habitual en la actualidad.
El regreso lo hicimos por otro camino para ver otros lugares, pero fuimos a parar e nuevo al café francés para compartir con los catalanes la puesta de sol desde su terraza, la llamada a la oración en estéreo y la transformación del paisaje nocturno de la plaza que es patrimonio intangible de la humanidad según la UNESCO.
Terminamos el día adentrándonos por la selva del zoco para completar la compra de regalitos. Pudimos disfrutar del roce y de la gracia de los comerciantes que saben lo imprescindible de idiomas para decirle a cada uno lo que le puede resultar gracioso. Así lo hizo un birriosillo jovencito que al pasar junto a mí va y me suelta algo así como: “Si tú quieres, yo Nacho Vidal”. O los vendedores de los puestos de comida que tenían todos un cuento parecido: “Hola, yo no molesta como otros. Yo sólo digo que comida mía mejor y más barato que Ryan air y que si tú no contenta, devuelvo dinero como Corte Inglés. Si tu no come hoy y vuelve mañana, acuerda de mí que soy como Imanol Arias más fóven-.
Creo que esas cosas, junto a las llamadas a la oración, será lo que más recuerde de la ciudad. Pero de todo el viaje, sin dudarlo, será el excelente trato recibido por parte de Natalia y jjabi. Gracias sobrinos.
Día cinco:
Maletas, trámites y en Algete con la cabeza bullendo y el corazón ensanchado.

Miguel Ángel.

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