LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

domingo, 25 de diciembre de 2011

El Pensador vino a recibirnos en Vitoria. Dedicado a Bea. Luis y María.

Visitar las capitales de provincia en las que nunca antes hubiese estado es una de esas cosas que se te meten en la cabeza y, a fuerza de repetirlas en voz alta, se convierten en un compromiso. Contigo mismo.
Pues a ello nos hemos puesto. Conjugando que nos han regalado dos noches de hotel con motivo de la comida familiar para celebrar la jubilación de Maribel; que los compañeros de la DAT han organizado una escapada a La Selva de Iratí y que iba a hacer buen tiempo, Maribel lo ha ligado todo con el resultado de tres a cero a nuestro favor.
Antes de nada, debo confesar que siempre he tenido algo de prevención para hacer turismo en el País Vasco. Llámalo cobardía o ignorancia, pero así era. Así que el anuncio del abandono de la violencia que ha hecho ETA me ha venido al pelo para permitirme a mí mismo con mi misma mismidad, permitirme digo, disfrutar de ello.

Sin duda la climatología que se alió con nosotros fue el factor que adornó el viaje. Esto no quiere decir que haya sido lo más importante pero sí algo determinante, ya que la mayor parte del tiempo estuvimos en la calle, que es lo que mola cuando viajas.
Bilbao nos sorprendió a los dos. A Maribel porque su recuerdo era de hace bastante tiempo y a mí por los prejuicios que tenía y porque a ella le ha gustado mucho y ya sabéis que veo por sus ojos morenos.
El paseo por la ría junto al Guggenheim, el txiquiteo por el casco viejo, el acento vasco del personal hablando por la calle en castellano del mismo Bilbao, la subida en funicular y la Vista desde el monte Archanda fueron los principales alicientes de la breve visita que se completó en lo gastronómico con un marmittaco de reglamento regado con rioja y en lo lúdico-recreativo, con una sesión de SPA , incluida en el regalo de la noche de hotel . No os digo como acabó la velada…
Vitoria es uno de esos sitios que conocía por los Telediarios. El palacio de Ajuria Enea en el que entran o salen políticos, el mítico anillo verde que no llegamos a ver y el buen nivel de vida eran mis prejuicios sobre esta ciudad. Pero lo que me encontré allí fue realmente sorprendente:
El Pensador de Rodin, Si señor, El Pensador de Rodin. Resulta que por esos azares de la vida y sin haberlo planeado, nos topamos de narices con una exposición itinerante al aire libre de unas cuantas obras del mismísimo. Yo que creía que con el PENSADOR ME IBA A OCURRIR LO QUE CON EL METRO PATRÓN, CUANDO EL METRO PATRÓN ERA LA DISTANCIA QUE SEPARAVA DOS MARCAS HECHAS EN UNA BARRA DE PLATINO-IRIDIO QUE SE CONSERVAVA EN EL MUSEO DE PESAS Y MEDIDAS DE pparís.Pero que cuando intenté ir a verlo, resulta que no lo pude encontrar, quizás porque entonces el metro ya no era lo que yo había estudiado, ni siquiera la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre. PERO NO, El PENSADOR SÍ, EL PENSADOR SÍ EXISTE, QUE YO LO HE VISTO CON LOS OJOS DEMaribel en la plaza de la Virgen Blanca de Vitoria.
Conste que el acontecimiento fue celebrado por todo lo alto en la terraza que, sobre la PLAZA DEL ayuntamiento, tiene el bar La Unión. a lo grande con esas joyas de la mini gastronomía popular que son los pintxos. riquísimos por cierto en ese bar.
El buen rato que estuvimos allí nos permitió, entre otras cosas, darnos cuenta de que el ritmo al que se vive en una pequeña capital de provincia, no tiene nada que ver con el que se lleva en una ciudad mayor, ganando por goleada ese estilo de vida pueblerino y burguesote que se paladea en Vitoria.


El valle del Roncal nos acogió con el mismo buen tiempo que los días anteriores. El alojamiento lo hicimos en la casa rural Tetxe en el mismo pueblo del Roncal. Como llegamos con antelación, nos acomodamos y salimos a reconocer los alrededores y compramos un licorcillo de manzana que dicen elaborar por allí y que resultó resultón. El trío de amigos llegó, vio y cenó lo que nos ofreció la casera... En el reparto de habitaciones no hubo duda: las chicas con las chicas y Luis a sus anchas. Los dos días siguientes consistieron en un conjunto agradabilísimo de actividades. Charlar, pasear charlando, comer charlando, descansar charlando, tomar algo charlando, visitar el castillo de Olite charlando… …
Todo ello en diferentes agrupamientos: cinco a la vez, dos y tres, tres y dos, cuatro y uno en el servicio, dos y dos y uno , esto último en la habitación por la noche. Bea, María y Luis son buenos compañeros de escapadas. Por eso fue tan grato compartir con ellos estos días y lo será en el futuro, seguro.
Cosas para recordar:
La suave caricia del sol en la cara sentados en un banco frente al Museo, con la ría a la espalda y la música de un artista de calle ambientando el correteo de los niños a los que el aitá reprendía suavemente en un castellano salpicado de euskera.
El eco de los pasos en las calles del casco viejo de Bilbao sin sentir ninguna inquietud con el pensamiento puesto en probar el chacolí por primera vez.
La esperanzada y breve espera del marmitako para comprobar que no nos habíamos equivocado al elegir.
La grata semisoledad del funicular con evocadores sonidos de otros tiempos vividos o vistos en el cine.
Lo placentero del ahua calentita, del baño de vapor y de las burbujitas envasadas con el remate de los dulces pinchitos de frutas regados con una infusión humeante.
La amabilidad de aquella señora que en Vitoria nos indicó hasta asegurarse de que íbamos a encontrar la Oficina de Turismo y la no menor del señor que nos orientó divinamente para encontrar dónde comer buenos pintxos.

La atención que tuvo con nosotros el promotor de la exposición de obras de Rodin.
El roce de la alfombra de otoño en el paseo por Iratí y el tacto áspero de las hojas de higuera.
La, para mí, a pemas imperceptible oscuridad del túnel de la Hoz de Lumbier.
La buena comida de aquel restaurante de Olite al que llegamos por indicación de una pareja de autóctonos.
El rato de charla al aire libre en la terraza del bar dónde aquel señor dijo que ya no parecía aquello el Pirineo porque a esas alturas del mes de noviembre no era normal poder estar en la terraza de un bar en la calle.
La tierna candidez de María cuando le hice grabar su voz en mi móvil como prueba de que ella era depositaria del décimo que habíamos comprado entre los cinco para compartir suerte.
La solicitud de todos hacia mí que me hace sentir con ánimo de compartir experiencias como la de este viaje.
De momento, me apunto en la agenda las que me quedan pendientes: Palencia, Ciudad Real y Melilla. No creo que Maribel sea capaz de enlazar las tres de una sola tacada pero esperemos a ver que pasa.
Por si acaso se nos acaban las ideas, voy a ir apuntando otras posibilidades de completar colecciones inacabadas:
De las islas españolas me faltan por visitar Menorca, El Hierro, La Palma y Fuerteventura.
De los países mediterráneos del norte, los de los Balcanes, Grecia y Turquía, que bien podrían caer en un crucerito.
El sol de medianoche y la isla de la familia amiga de los Boada podrían enlazarse para otra ocasión….
En fin, ya veremos….

1 comentario:

  1. Gracias por ese regalito! Nos lo hemos pasado genial, el tiempo nos acompaño y Bilbao y Vitoria nos encantaron. Y qué decir de la compañia en el Roncal...maravillosa.

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