LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

lunes, 26 de diciembre de 2011

El Señor Antonio.

Hace algo más de dos meses que lo conocimos y es ahora cuando me atrevo a publicar lo que, en su momento escribí sobre él.
Quizás porque he vuelto a hablar con él y he vuelto a degustar las buenas sensaciones que escucharle me produjeron.
En fin, allá va:
El señor Antonio tiene setenta y cinco años, eso confiesa. Pero juega a eso tan peligroso de pedirte que le eches años inmediatamente después de que tú le hayas preguntado por la edad.
Digo peligroso porque por el tono de voz que se le quedó cuando Maribel le clavó en el corazón un setenta y nueve que sonó a ochenta y dos, Me imagino la decepción que debió sufrir. No se le notó demasiado porque el señor Antonio tiene tablas en eso de rehuir conflictos. Habilidad que le debe venir de los muchos años que ejerció como administrador de fincas urbanas. Tuvo un despacho en la colonia de los taxistas, en un local propio, donde tenía una señorita que atendía los asuntos rutinarios y cogía los recados. Mientras él se podía ocupar de las fincas del centro y atender otras obligaciones y gestiones por el centro, y hacerlo más cómodamente desde el despacho que tenía alquilado junto a la clínica del Rosario, por las mismas fechas en las que pusieron la bomba en el paritorio y, como consecuencia de ello, se le rompieron los cristales de la ventana.
De la profesión también le queda cierta claridad y exactitud en sus relatos que se me hace muy agradable de escuchar. Así, aunque el contenido resulte trivial y tópico, se puede mantener la atención por recrearse en las formas.
EN CUALQUIER CASO, AUNQUE AÚN LE QUEDA UN ADMINISTRADO, YA HA DEJADO EL NEGOCIO Y LO HA HECHO CEDIÉNDOLE A UN COLEGA JÓVEN SU CARTERA DE CLIENTES. Antonio es locuaz, hablador, pero si es interrumpido, raramente insiste en su charla y espera pacientemente a que el interrumpidor concluya para, si es que se acuerda por donde iba, retome su relato sin inmutarse por haber sido contradicho o rebatido en sus ideas. Esto también es una cualidad que yo interpreto que corresponde a la actitud del que no necesita convencer porque está seguro de que tiene razón y de que es imposible convencer a nadie que jamás muestra duda sobre lo que opina. Yo no estoy de acuerdo con algunas de sus opiniones políticas, pero estoy de acuerdo con la forma en que las expone.
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El señor Antonio hace casi siempre lo que le da la gana pero amablemente, sin molestar, casi sin que se le note; miente un poco sobre las reglas que se salta, pero si es descubierto, no lo niega y lo justifica con una pueril simpleza que resulta conmovedora.
Al bueno de Antonio se le olvidan las cosas, no recuerda a la primera si ya se ha tomado la pastilla de la tensión, pero sí, a la segunda y no se desespera por ello.
A su mujer, le oculta lo que a ella le puede intranquilizar, aunque como ya hemos dicho, su memoria le juega malas pasadas, porque no suele acordarse de las mentirijillas que ha soltado y cuando vuelve a relatar lo sucedido lo hace de forma distinta y se le ve el plumero.
El señor Antonio llama gatita a su mujer, y lo hace de forma muy cariñosa y protectora, pero que también suena a pedir perdón en lugar de pedir permiso. Me cae bien por eso.
Cuando habla de su suegra lo hace refiriéndose a ella como esa señora y se nota que le habla de usted,pero con distancia más que con respeto; creo que no le cae bien y que le fastidia un poco el que su mujer tenga que atenderla los meses y días que le toca en el reparto. Quizás sea porque el que haga eso, le impide acompañarle a él Seguro que este pensamiento mío es sólo una maldad mía, pero es que soy algo mal pensado. Seguro que, tanto el Sr. Antonio como yo mismo, nos arrepentiremos algún día de haber hablado así...
El señor Antonio está cascadillo: el corazón, los pulmones, la aorta, los ictus, el colesterol y demás achaques le tienen bastante limitado: la mínima cuesta o tramo de escaleras, le hacen jadear y pararse. Dice que se ha fumado lo que no está escrito de Lucky sin filtro. Y lo ha hecho encerrado en despachos sin ventilación, con lo que no ha parado de fumar alimentando así las posibilidades de que un cáncer de pulmón se apoderase de él. Y esta lotería sí le ha tocado, no como la otra, la de los décimos o cupones, o apuestas de primitiva. Esa no le ha tocado más que con algún reintegro. Aunque bien pensado lo del cáncer no sea más que otro reintegro. Este, el de la lotería, es el único vicio que aún confiesa. Aunque también es goloso: siempre, si hay posibilidad, pide un postre dulce y luego, después de comer, pide un café bombón hasta arriba de leche condensada y encima se pone un sobrecillo de azúcar, toma ya.

El señor Antonio tiene dos hijos y dos nietas: Alexia y Paula, que nació el 10 del 10 del 2010. Alexia le llama Abu y él le ha pedido permiso para que la pequeña Paula también pueda hacerlo. Más que nada para que se sienta importante y así se libre un poco de los celillos. Por la misma razón sólo le lleva regalos a la mayor; al fin y al cabo, la pequeña aún no se entera de nada.

Desde luego, se puede decir que la característica más destacable del señor Antonio es el pragmatismo. Si no va a ser útil, buena gana de pensar en ello.
Cuando nos despedimos en la acera del Paseo de Recoletos esquina con prim., le pedí que me pusiese a los pies de su distinguida esposa, a quien no tengo el gusto de conocer. Pero me imagino que es una de esas excepcionales mujeres que desempeñan una profesión, cuidan de sus mayores, atienden con amor a su marido enfermo, ayudan a criar a sus nietos y lo hacen todo con cariño y humanidad.
No, no la he visto, pero la creo conocer a través de los relatos del señor Antonio. Y estoy encantado de haberla conocido.
Aunque no creo que llegue a leer esto quisiera que nos perdonase a los dos. Al señor Antonio por hacer algunas travesuras y a mí por contarlas como bocachancla que soy.
Creo que si el Señor Antonio leyese esto, también me perdonaría la indiscreción.

2 comentarios:

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  2. Yo estaba allí disfrutando de esta tertulias.

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