LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

lunes, 5 de marzo de 2012

Polvos blancos.

Cuando me miran con esa cara y sonríen de medio lado, con ese gesto amargo de superioridad y asco, me dan ganas de sacarles la lengua. Pero no en el sentido de hacerles burla, no.
Literalmente, Agarrar unas tenazas y, con la otra mano, abrirles la bocaza y tirar de su lengua hacia fuera. Luego pellizcarla fuertemente, pero sin llegar a cortarla y extraerla de un tirón, arrancándola del todo.
De eso es de lo que siento ganas.
¿Para qué la queréis, si no me decís nada? Sólo me miráis y sonreís de medio lado, entre burlones y superiores.
No lo voy a hacer, tranquilos. No porque me importéis una mierda, no me importáis nada. No lo voy a hacer porque el castigo sería poco para vosotros y mucho lo que me iba a costar a mí.
Puestos a tener que pagar un precio por mi venganza, que sea por algo definitivo. ¿No os parece?
Si lo hiciese, es posible que me tomasen por loca y que me internasen de por vida en un psiquiátrico. Eso no estaría mal del todo, siempre que allí pudiese conseguir los polvos blancos.
Esos maravillosos polvos que, debidamente preparados y consumidos, me producen el mayor bienestar que tan profundamente me llena.
- ¿Sí? Dígame.
- Buenos días, ¿Es el psiquiátrico?
- Sí, ¿qué desea?
- Soy una persona a la que es posible que lleven allí. ¿podría contestarme una pregunta?
- Bueno… es que yo sólo soy la recepcionista y… ejem… no sé si…
- Mire, entonces, páseme con quien pueda atenderme, por favor.
Esta imbécil se va a quedar también sin lengua de un tirón. No la he visto pero he notado su risita y he percibido su gesto.
- Un momento.…
Lo dicho. Se calla. No le hace falta la lengua.
- Sí, dígame.
¿Usted puede responderme una pregunta?
- Sí, sí, Dígame.
-
- Soy una persona a la que es posible que lleven a ese psiquiátrico. ¿sería posible conseguir mis polvos blancos allí?
- ¿Se refiere a cocaína o algo así?
Este cretino no tiene ni idea de que le estoy hablando.
- No, no señor. Me refiero a lo otro.
- ¿Heroína?
- No, hijito. Sacarina, me refiero a sacarina.
- ¡Ah, claro! Sí, no se preocupe, toda la que quiera.
- Pues muy bien, ya pueden venir a buscarme.
- Disculpe, pero eso lo tiene que decidir un médico o un juez. Mientras tant…
- ¡Click!

He colgado porque, a pesar de hablarme, he notado la risita y el gesto. Este va a poder hablar poco tiempo más.
Me visto, hago la maleta con lo imprescindible, cojo las tenazas y me las guardo en el bolsillo del abrigo. Salgo a la calle y siento el frío de marzo en la cara.
Al llegar al centro de salud, me atiende una joven muy amable que me indica que, si no es una urgencia, no me puede dar cita hasta pasado mañana.
Me acuerdo entonces de que, si mi plan sufre algún retraso y tardan en llevarme algún tiempo al psiquiátrico…
Me paso por la farmacia para comprar los polvos.
Ella está allí. Lo va a hacer, seguro.
Lo ha hecho. No sabe hasta que punto me ha gustado ver esa mueca en su cara.
Toco las tenazas en mi bolsillo. Están ahí.
- Quiero una caja de sobres de sacarina en polvo, de las grandes.
- Tenga.
Me la guardo en el bolsillo del abrigo y saco las tenazas.
Rápidamente, con un gesto decidido, le agarro el pelo por detrás de la cabeza y le coloco una oreja sobre el mostrador.
Al sentir el dolor, o quizás por la sorpresa, o por las dos cosas, abre la bocota y me enseña la lengua. Roja, babeante, brillante.
Ahora estoy aquí sentada sin acordarme de nada más que de lo que os he contado. Pero me encuentro en paz conmigo misma, serena.

1 comentario: