LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

domingo, 18 de marzo de 2012

Tutela y compasión.

Había salido por la mañana a dar una vuelta por los alrededores de casa para comprobar como había quedado la acera después de quitar los andamios de las obras de las casas que están frente a la plaza de toros. Para eso, y para repasar el recorrido. Lo hice y, bastante satisfecho, porque pude llegar sólo hasta la plaza y volver, me animé a continuar por el parque a pesar de que había obras, llegué sólo hasta la sidrería para encontrarme con Maribel.
Crecidito por la hazaña, me dispuse a explorar el centro de mayores, porque tenía tiempo hasta la hora en la que había quedado con Agustín para comer en el Borsalino.
Entré en la cafetería y, al verme llegar sólo, la señora que atiende la barra me preguntó en su excelente castellano de Rumanía que ¿por qué venía solo? ¿Qué si la mujer que venía siempre conmigo no era mi mujer?
En fin, un interrogatorio en toda regla. Creo que destinado a comprobar que no me había fugado o algo así.
Cuando se hizo cargo de la situación me preguntó qué era lo que iba a tomar y me condujo, quieras o no a una silla de una mesa, porque según ella, estaría allí mejor que de pie en la barra.
¡Qué fácil es encontrar tutela! Pensé, resignado.
Me trajo la cerveza, sin alcohol, claro. Y un surtidito de frutos secos como aperitivo. En un momento de distracción, por mi parte, no percibo que se ha vuelto a acercar y que ha creído conveniente para mí llenarme el vaso con la cerveza que aún quedaba en la lata.
Yo que no me he percatado de la silenciosa maniobra, muevo las manos para tantear por la mesa y… ¡zas! El vaso que venía por los aires. La cerveza derramada por la mesa.
Yo que, por cortesía más que por arrepentimiento, digo: ¡uy, perdón! Y la buena mujer que se pone a consolarme diciendo:
- No te preocupes, señor eso nos pasa a cualquira
Sobre todo, pensé, a los que como tú os ponéis a hacer cosas sin avisar, y luego perdonáis a los que sufren las consecuencias.
Eso sí, con buena intención.
¡Qué fácil es encontrar consuelo! Pensé, resignado.

Recompuesto, me dirijo hacia la salida, perseguido por la solicitud extrema de mi nueva tutora - consoladora.
- Señor, tenga cuidado, la escalera…
- Mire, voy a bajar sólo.
- ¡Ah, señor, yo acompaño!
- No, de verdad, no hace falta.
A la semana siguiente, mi tutora explicó con pelos y señales el encuentro que mantuvimos a mi señora y al resto de asistentes.
Mi nueva tutora se creyó en la obligación de explicar lo sucedido. Menos mal que yo ya lo había hecho, que si no, me descubre.
Puso especial interés en el relato de la escalera, creo que para descargar responsabilidades, como queriendo decir que si yo me caía que era por mi voluntad, no porque ella no me hubiese ofrecido ayuda.
Lo que no contó fue lo de la cerveza derramada por su culpa, Yo tampoco lo hice en señal de perdón por mi parte.
Perdón por tener que soportar que te disculpen por algo de lo que no te sientes responsable.
Menos mal que no lo hice, que si no, la descubro.

1 comentario:

  1. Como te lo vas a pasar desde ahora, ya verás.
    La gente es buena así que nunca les dejes de sonreir y si quieren ayudar aunque tú no quieras, dejalés que ayuden, les estás haciendo mejores.

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