LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

jueves, 16 de febrero de 2012

Azarías, Paco "el bajo" y el señorito Iván.

Al nacer lo presintieron sus padres o quien fuese que pensó su nombre.
Y escogieron uno que rimase con inocente. Miguel Delibes le hubiese llamado directamente así.
Cuando una persona hace honor a su nombre como él, merece la pena tratar con ella.
Yo estoy muy orgulloso de tratar con ese eterno niño que es.
A pesar de que me trata de usted y no me apea el Don desde hace treinta y tantos años que nos conocemos, le siento sinceramente cercano.
Nos conocimos en circunstancias difíciles pero esperanzadoras para amos.
Yo empezaba mi andadura de Maestro Nacional y el casi terminaba la suya de víctima del sistema educativo ese del que siempre hemos “disfrutado” en España: eternamente reformado y también
Eternamente mal financiado.
Lo que no es excusa para que yo, el primer día de clase con los alumnos de octavo de la antigua EGB., decidiese, pedirle una redacción sobre, no me acuerdo cuál, uno de esos temas tópicos de después de vacaciones.
Lo primero que pensé de él fue que era el rebelde de la clase. Lo hice porque fue el único que no obedeció. Se puso con los brazos cruzados sobre el pupitre y metió su cabeza entre ellos.
Cuando le recriminé la actitud, levantó la cabeza pero con los ojos bajos y nublados por una lágrima, empecé a comprender.
Cuando le salió un balbuceo ininteligible como disculpa, terminé de comprender. Y cuando, piadosamente, una de sus compañeras le excusó diciendo: No, es que él no hace estas cosas, no puede, no sabe leer ni escribir, fue la primera vez que me hizo sentir vergüenza. Propia y ajena.
No le pedí disculpas, lo que hipócritamente hice fue perdonarle.
Su historia y la de su familia darían para otra novela de Delibes, seguro. Pero de lo único que puedo dar fe, es de lo que hemos vivido juntos, que no ha sido mucho.
- Buenos días, don Miguel. ¡A dar un paseíto!, ¿verdad?.
- Claro, y tú, ¿barriendo, como siempre, no?
- Pues sí, ya ve. Pero a mí me gusta hacerlo bien. Que los vecinos estén a gusto conmigo. Que no tengan queja. Que mi pueblo esté limpio.
- Muy bien, muy bien.
- ¡Siga usted: que no quiero entretenerle!

Creo que este santo inocente, es uno de los motivos por los que merece la pena hacer esfuerzos de protección social. Ahora, con el cuento de la crisis y sus recortes, está en peligro su puesto de trabajo.
Aunque estoy seguro que habrá algún desaprensivo que se aproveche de su inocencia para explotarla.
Porque, como el mismo presume, haciendo zanjas a pico, no hay quien le gane. Y no se cansa nunca. Y también sabe cargar, hacer masa, alicatar, cavar en la huerta, podar, limpiar…
Y lo que es peor, si le contratas para hacer algún extra, lo hace sin descanso, como a destajo, como un criado agradecido con el señorito, y cuando hace el cálculo de las horas que ha trabajado, hace el redondeo a la baja y acaba diciendo cosas como esta:
“He llegado a las cuatro, son las ocho menos cuarto. Entonces…. Son tres horas. Déme lo que quiera, lo que le parezca bien.
Me deja desarmado y es aquí cuando me vuelvo a sentir culpable, con la culpa de todos Pero me atrevo a darle otra lección:
- No hombre, no. Tienes que pedir lo que sea justo.
Entonces me remata:
- Bueno pues déme treinta o veinte, lo que usted crea.
Año 2012, cuatro horas de trabajo a destajo que encargas hacer porque tu no eres capaz ni siquiera en una semana.
Pero lo hace este inocente que es mitad Paco “el bajo” y la otra mitad su cuñado Azarías.
Hay que cuidar de él y apartar de su camino al señorito Iván.

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