LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

domingo, 1 de abril de 2012

Lino Bueno.

Según lo que nos contó una de sus hijas en la primera visita que hicimos a Alcolea para llevar a José, mi suegro, a conocer el lugar, Lino murió a los ochenta y siete años de edad. Lo hizo al día siguiente de haber trabajado por última vez en su casa de piedra. Fue en 1935 y tras veintitrés años de trabajo en ella.
Según estas cuentas, Lino Bueno Utrilla, nació en 1884,
Así se cuenta en http://mayores.uji.es/wiki/index.php?title=Casa_de_Piedra
“En 1907, ya casado, le pide al Ayuntamiento, que le regalen la roca para hacer su casa, los del consistorio, incrédulos de que lo lograra, le concedieron la propiedad... En 1915 había tallado el suficiente cobijo para trasladarse con toda su familia a ella; siguió tallando para conseguir una casa de dos pisos con tres alturas; siete estancias, todas con luz a la calle: una entrada recibidor, cocina con estanterías y chimenea con tiro, un corral interno con pesebre, desagües, escalera; la habitación matrimonial con balcón, y una pequeña huerta afuera en uno de los costados de la casa. Su familia vivió en ella hasta 1990. “
Recuerdo con admiración el entusiasmo con el que su ya anciana hija nos explicó la hazaña de su padre, los reconocimientos que recibió en vida y que atestiguan las fotos enmarcadas y los recortes de periódico que dan fe de que en 1928, el Rey Alfonso XIII, acompañado de la Reina Victoria Eugenia, del jefe del Gobierno General Primo de Rivera y otros altos mandatarios del Estado visitaron la “casa” y en 1929 el ministro del Trabajo, le concede la Medalla al Mérito en el Trabajo. Y los que recibió tras su muerte:
También recuerdo con nostalgia la admiración que expresó José al comprobar que la proeza de este hombre del siglo XIX aún continuaba viva en la memoria de los suyos.
Me he acordado de Lino Bueno, pero no sé por qué su recuerdo ha ido unido al de mi suegro y al de mi padre, otros hombres esforzados por el bienestar de su familia y que también realizaron sus hazañas, aunque estas no hayan sido reconocidas oficialmente.
Tengo que volver a Alcolea a recordar y rendir homenaje a esa casta de hombres, incansables en el trabajo para los suyos.
¡Cuánto me alegro ahora de haber acompañado a José en aquella ocasión!

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