LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

lunes, 2 de enero de 2012

Bérgamo está a un "rayanerazo" de Madrid.

Este viaje tubo lugar en Julio de 2011. Pero se me había quedado en el tintero. En él hubo cosas que me apetece recordar ahora y aquí. Y se las ofrezco a los míos como el que enseña las fotos del viaje.
El viaje no comenzó muy bien por el retraso de Ryanair.
Y no sólo por el retraso, que también.
La falta de información hizo que algunos pasajeros se impacientasen un poco, no demasiado, y esto provocó que el personal de cabina, poco experto y malhumorado, se pusiese nervioso y nos amenazase con suspender el vuelo.
Esto, unido a lo apretado del horario nos hizo sentir solo regular.
Pero por fin despegamos, volamos y llegamos al aeropuerto de Bérgamo con tres horas de retraso. Y por los pelos encontramos un sitio abierto para cenar algo cerca del hotel Piamontese. Hay que decir que en el avión no tenían mucho para ofrecer de cena y optamos por el ayuno.
El hotel estaba bien situado, cerquita de la estación y con instalaciones decentes que incluían aire acondicionado, bastante necesario, por cierto.
Por la mañana, después de zampar el buffet de desayuno, nada extraordinario y repetitivo, nos fuimos a coger il treno con destino a Milán.
Ya en la estación central, nos dimos cuenta del calorcillo que íbamos a pasar durante todo el día. Dimos el paseíto hasta el Duomo y recorrimos las calles de los alrededores recordando anteriores viajes por Italia. La hora nos aconsejó comer antes de subir al Duomo y lo hicimos en un ristorante donde nos clavaron ocho euracos por cada cerveza y otros dos y pico por el servicio a cada uno.
Mientras el grueso de la expedición, o sea yo, se quedó sentadito en modo paciencia, los demás subieron hasta los pináculos para contemplar las vistas.
Allí, agazapado en mi inmovilidad, pude oír muchas conversaciones en español, con diversos acentos sudamericanos. Por lo que deduje que no sólo en el barrio de Tetuán hay emigrantes, como creen algunos que nunca han querido salir de allí.
Bastante acalorados nos dispusimos a completar el programa del día buscando una heladería de camino al castillo Sforza. Todo conseguido, cogimos un taxi, Toyota Prius híbrido, que nos llevó a la estación... Allí fue dónde comprendí que enfrente significa un punto de la tierra situado en cualquiera sabe dónde, entre el horizonte y nuestra posición. Vuelta al Piamontese, duchita y ensaladas en la terraza de un bar donde ya siempre seremos reconocidos como los guiris de las ensaladas. Enzo nos dijo después que no era el mejor sitio para comer Pizza cuando nos vino a visitar y nos mintió diciendo que no tenía hambre porque había comido mucho.
El siguiente día que era domingo, lo dedicamos a visitar Bérgamo. Una ciudad agradable de unos 150000 habitantes que debió ser bastante castigada en la II guerra mundial, a juzgar por las defensas antiaéreas que se pueden ver aún en el parque de la ciudad alta. Accedimos a ella mediante un funicular que trepa por un empinadísimo desnivel del 50 por ciento. Il duomo, la piaza vechia, las torres y campanarios y el reloj que da las horas seguidas de los cuartos. Comimos pizza que compramos al peso y que estaba bastante buena. Con mucho calor, decidimos dormir la siesta en el fresquito del hotel para reponer fuerzas y asistir por la tarde a una performance de capoeira y música africana que ofrecía el comune gratuitamente en un parque de la ciudad. Llegamos tarde y ya no había nada que rascar, pero nos dio tiempo de acercarnos hasta otro espectáculo de gratis. Se trataba de un concierto de un coro de hombres que escuchamos con atención y cierto agrado, sobre todo la última canción del programa: La strada ferrata, o lo que es lo mismo: La vía férrea. Enzo nos recomendó una pizzería para cenar y le hicimos caso, yo con unos spaghetti a bóngole. Para entonces, ya había superado la crisis del zarandeo. Se puso a llover y perdimos la oportunidad de usar el paraguas que llevamos de paseo hasta Italia.
A la mañana siguiente, nos dividimos en tres grupos: el primero formado por los jóvenes se fue al aeropuerto para alquilar un chevrolet; el segundo, es decir Maribel, hizo la compra de lo necesario para hacer los bocatas; yo me quedé en modo comodidad para escuchar las noticias. El modo comodidad es aquel en que hago lo que me parece oportuno, por comodidad mía, pero que también ayuda a los demás que se libran por un ratito de tener que estar pendientes de mí.
Con coche y bocatas nos fuimos hacia Verona dispuestos a sacarle brillo a la teta de Julieta. Verona es una ciudad que hay que visitar sí o sí. La arena, las callecitas con tiendas pijas, los puentes y las iglesias hacen que tenga una buena mañana de paseo. Por estar fresquitos nos fuimos a comer al lago de Garda que es una considerable extensión de agua con los Alpes de fondo. Los tres valientes se dieron un bañito para refrescarse mientras yo me quedé perfeccionando el modo paciencia. Por la tarde, paseo por Sirmione donde pudimos ver las enormes montañitas de helado de colorines, la casa de la buganvilla y el bolardo levadizo que recordábamos de anteriores viajes. La vuelta en lugar de hacerla por autostrada la hicimos por stradas a secas lo que nos permitió entender la teoría de la relatividad en lo referente a las distancias que marcan los indicadores de las carreteras y que las gasolineras se cierran muy temprano. Por la noche, Enzo, por fin, nos aceptó una cerveza y nos entretuvo con su conversación, amenizada por la traducción simultánea en italiano inventado que practica a la perfección Isa.
Por fin martes, último día. Lo empleamos en el viaje de vuelta a casa, que duró unas 14 horas, de las 10 de la mañana a la 1 de la madrugada y en el que empleamos bastantes medios de transporte.
José Ángel el que más porque comenzó el día yendo al aeropuerto a devolver el coche de alquiler. Luego todos a la estación para coger el tren destino a Lecho. Tuvo que ser al segundo intento porque el primer tren que podíamos tomar lo perdimos por no colocarnos en el andén adecuado y que pudo ser peor ya que nos subimos en un tren con destino Milán que cerró las puertas y donde sólo estábamos los listillos de Algete. Una vez en el Lago de cómo, el buen italiano de la madre nos permitió saber que tomando otro tren a unos 10 minutillos de nada estaríamos en Abadía donde encontraríamos una zona de baño. Dicho, entendido y hecho. El lago de cómo se encuentra en un paraje que recuerda la Swichera que diría Enzo el napolitano que amaba a las españolas. Altas montañas que enmarcan un gran plato de aguas azules. Como el ánimo y el calor eran grandes nos dimos el chapuzón correspondiente, comimos los bocatas y descansamos para coger fuerzas para el resto del viaje. Desandamos los dos tramos de tren y, tras zamparnos entre José Ángel y un servidor un barreño de helado nos pusimos en marcha al bus del aeropuerto. Esta vez los de Ryanair no nos pillaron de marrón con lo de la comida a bordo porque nos marcamos unos bocatas de lo mismo de siempre. Sin demasiado retraso llegamos a Barajas donde nos esperaban dos sorpresas. La primera fue que nada más poner el pie fuera del avión, se apoderó de mí un chino que nos dio un paseo por el aeropuerto sin que nuestro estupor inicial nos permitiese rechazar el ofrecimiento de asistencia para ciegos.
La otra sorpresa, agradabilísima por cierto, fue el fresquito que después de salir del metro nos recibió en las calles de Barajas, donde nos esperaba el fiel Montero.
Jose, que se había despedido de los de Algete y del chino del wolki en el metro, se fue solo a casa.
Y cada nochuelo a su olivo.
Conclusiones y aprendizajes:
1. El cariño es lo que vale.
2. El modo paciencia es infinitamente mejor que el modo espera malhumorada.
3. El zarandeo es normal y hay que asumirlo en modo paciencia.
4. En Bérgamo o no hay río o es más birria que el Manzanares.
5. En Italia se come solo bocatas de fiambre con queso y pasta.
6. En Italia no hay vino.
7. El calor produce mal humor.
8. Romeo no quería a Julieta; solo le gustaba verla mientras los demás le tocan la teta.
9. No es cierto que todo se ve mejor en la tele.
10. Mi familia es la leche, pero condensada.

3 comentarios:

  1. Qué suerte la tuya de tener una familia como la que tienes!!!

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  2. Por fin visitaste Bergamo!
    Me alegra mucho que disfrutases del viaje y agradezco tu personal punto de vista sobre el mundo y los que lo pisamos.
    Un abrazo.

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  3. ¡Que rabia que la v y la b estén tan cerca, las puñeteras!

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