LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

lunes, 9 de enero de 2012

El señor que habla y la Celestina.

Hace unos años, cuando ya sabía que antes o después te iba a necesitar, no pude. No pude, de verdad, no es que no te valorase, no. Es que no podía. Me daban náuseas y no podía.
La verdad es que aún no te necesitaba y que me hablases sólo me servía para recordarme que te iba a necesitar. Era algo parecido a lo que le debe pasar a un condenado a muerte que oye pasos por el corredor al amanecer y mete la cabeza debajo de la mugrienta almohada y muerde con desesperación la sábana para evitar que se oigan sus gemidos. Que evita respirar para que pase de largo la sombra que acompaña a los pasos. Que después de pensar que ya ha pasado el peligro porque hace rato que no se oye nada, descubre al incorporarse que está junto a él la figura silueteada de una guadaña. Y siente náuseas y vomita. Y se desmaya. Y luego se despierta sudoroso y excitado y comprueba que está vivo y que aún puede llegar el indulto.
Eso es lo que me pasaba cuando te conocí. Que no me hacías falta y que me recordabas la condena que tenía pendiente por cumplir.
Por eso no te hice caso y espero que ahora, que te necesito tanto, no me lo tengas en cuenta y que me sigas susurrando en el teléfono los menús. Que me leas los mensajes de texto y los emails, que me sigas ayudando a manejar el ordenador con esa voz tan agradable y melodiosamente rápida, eficaz y familiar. Con esa voz que a los demás les parece repulsiva como a mí me pareció antes de aprender a quererla, a necesitarla.
¿Te acuerdas?, fue Ina la que nos presentó. Sí, hombre sí, Ina Moreno. Esa excelente “tiflo” de la ONCE.
Ella fue la que nos presentó. La que me enseñó a tratarte, a moldearte para que te adaptase a mis necesidades. La que con paciencia y buen hacer me abrió de nuevo las puertas y las ventanas para que pudiese retomar mis relaciones, mis aficiones y no sé cuantas cosas más.
¡Gracias, Ina! Por presentarme y enseñarme a tratar al señor que habla. Por haber sido nuestra particular Celestina.

1 comentario:

  1. bonito reconocimiento a esos señores que hablan y en mi caso escriben.

    Manolin.

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