LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

lunes, 23 de enero de 2012

Clodomiro

Clodomiro vive en el pueblo. Clodomiro es mayor y tiene, como cualquiera, sus achaques. Clodomiro echa de menos la vida pasada con su esposa, trabajando y criando a sus cinco hijos, aunque solo queda uno en el pueblo porque tres están en Madrid y uno, El mayor que no se casó, está en Bilbao. Clodomiro no se queja porque se siente atendido ya que si necesita ir al médico a Zamora ,solo hay que avisar al hijo que vive y trabaja en el pueblo que este le acompaña; eso sí, con tiempo para que pueda gestionar con su jefe-suegro el permiso correspondiente. Incluso es el consuegro el que le acompaña en algunas ocasiones.
Clodomiro no se queja de su situación pero se nota por lo que dice y como lo dice una cierta amargura de la que no tiene a quien culpar: la vida es así.
Clodomiro tiene una hija que se ha separado del marido. Desconoce las razones que motivaron la separación y se lamenta de las consecuencias que tuvo para su hija ese matrimonio fallido. A saber: como a su exyerno le gustaba ir bien vestido, decidió que su esposa no trabajase más que para él, para lavar y planchar sus camisas, para limpiar sus corbatas y lustrar sus zapatos. La hija de Clodomiro abandonó su profesión y perdió así muchas oportunidades. Clodomiro lo expresa diciendo que su hija entregó a ese la flor de su vida y ahora se ve fregando escaleras para poder sobrevivir. A Clodomiro esto le duele en el alma.
Estoy seguro que Clodomiro es en esto en lo que piensa mientras camina por la carretera arrastrando cansinamente los pies en las soleadas mañanas en que se encuentra “de correa” y sale de su casa por si a algún caminante le interesan sus historias. Eso sí, después de escucharle y despedirte, te agradece el rato de “parlada” y te da recuerdos para la gente de su pueblo que vive en el tuyo porque él ya no llega hasta allí caminando.
Tengo ganas de que llegue el buen tiempo para acercarme a su pueblo caminando desde el mío y que Clodomiro me vuelva a arreglar el rato con su andar cansino y su velada queja.
Si lo logramos los dos, así será.

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