LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

sábado, 7 de enero de 2012

El tío Juan Rita.

Juan Rita.
El tío Juan es un parrandero. Al tío Juan le gusta requebrar a las mozas de cualquier edad. Si el Tío Juan Rita, murciano, oye el rasgueo de una guitarra, se levanta y acude. Ya he dicho que es un parrandero.
Los troveros murcianos están en peligro de extinción, pero el tío Juan Rita no lo está porque va a quedar en la memoria de todos los que le hemos conocido.
Yo creo que le recordaré siempre, aunque sólo le he visto una vez. Le he visto y oído cantar. Fue en la ermita de la pedanía murciana de La Santa Cruz. Allí, en medio de la huerta, en su salsa, venerado, admirado Allí como pez en el agua, como el sultán entre su harem. Es fácil de imaginar el porqué
De la fascinación que me produjo, si consigo recrear la escena:
Escenario: La antigua ermita de la Santa
Cruz del siglo XVI, a orillas del río Segura, en el corazón de la huerta.
Motivo: Audición que ofrecía la agrupación musical Campana de Auroros, cuyos orígenes se remontan al mismo siglo.
Reparto: Trece o catorce parranderos y parranderas, entre los que se encontraba el tío Juan, un menudo hombrecillo de melodiosa y sorprendentemente clara voz. Digo sorprendentemente porque, a la sazón al tío Juan le faltaban sólo dos meses para cumplir los cien años.
La acción: Una sucesión de trovos y cantos religiosos y coplas populares y versiones de canciones de parranda. Para los que no lo sepan, les contaré que la parranda es esa popular manera de divertirse al aire libre o en cerrado que consiste en cantar, bailar y comer y beber en cualquier orden, con cualquier motivo.
, con buen humor y en armonía y buena compaña.
Pero, ¿cómo no lo bais a saber?, otra cosa es que practiquéis alguna vez. ¡Animaos!, es bueno.
El remate de la fiesta: Fue eso, una parranda en la campa que rodea la ermita. Guitarras coplas y trovos, picardías, bailoteo improvisado, mistela, salados y dulces, charla y el tío Juan que se tenía que sentar cansado, pero que se tenía que volver a levantar al instante porque comenzaba a de nuevo a sonar la música y al tío Juan se le iban los pies y los pulmones al centro del corrillo.
Probablemente el tío Juan Rita no haya sido el mejor trovero, pero eso no importa para que yo le considere así. Porque si que se podía percibir en los demás, que le profesaban esa veneración que se les debe a los grandes hombres que han tenido la oportunidad de desarrollar una larga vida haciendo lo que les gusta. Y se nota que el tío Juan lo ha conseguido.
Me acerqué a saludar al tío Juan para felicitarle y desearle que nos volviésemos a ver cuando hubiese cumplido los 110.
Fue una exageración
Que no nos hizo daño a ninguno de los dos y que el tío Juan Rita me admitió, pero que se cobró haciéndole un requiebro galante a Maribel...
¡Ah, canalla!. No me seas canalla, tío Juan, que te va a dar algo y no llegarás a los 110.
Aunque bien mirado, al cielo no te corre prisa llegar. Y podrás hacer una pausa en el purgatorio para esperarme y echar allí, juntos, unas mistelas, unas risas y unos trovos.
Si alguien quiere buscar más información sobre los troveros, esos antecesores de los raperos, puede empezar por aquí:
http://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=c,371,m,1066&r=ReP-3536-DETALLE_REPORTAJESPADRE

1 comentario:

  1. ¡Qué vitalidad, la del tío Juan Rita! A mi de mayor me gustaría tener esa marcha y ese ánimo.

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