LA VIDA SIN PRISA. TIC-TAC. TIC-TAC...

La vida es un tic-tac que se puede llenar con una redonda, o con dos blancas, o con cuatro... Todo estará bien siempre que sea con algo que merezca la pena y ... sin prisa.

sábado, 14 de enero de 2012

La voluntaria y yo.

Me disponía a realizar la pequeña proeza del día, que no era otra que buscar la correspondencia entre la línea 1 y la 10 en la estación de Chamartín, para ir desde Gran Vía hasta San Sebastián de los reyes.
Tomé el metro y me acomodé junto a la puerta por la que había entrado, esperando que alguien me indicase si había algún asiento libre.
Ya sé que tengo boquita y puedo preguntar, pero me parece que es mejor esperar porque me da algo de apuro que me ofrezca el suyo alguien que lo necesite MÁS que yo.
Pasadas dos paradas, oigo una tímida vocecilla de lo que yo creí una señora de setenta y tantos que me decía: Aquí hay un asiento libre.
Me acomodo y, tras otras 2 paradas de silencio de mi benefactora, oigo de nuevo la susurrante vocecilla que dice en un tono que sonó a disculpa sincera: Ya le había visto cuando entró en Gran Vía pero no me había atrevido por si le molestaba…
Tras tranquilizarla y animarla a que, si era su intención, se ofreciese a ello sin recelar, que por mi parte, siempre eran bienvenidos esos ofrecimientos y que, en general un ciego agradece que las personas le ayuden.
3 ó 4 paradas más y se atrevió a preguntarme dónde iba.
Le respondí que a hacer el trasbordo a la línea 10 en Chamartín, ocultándole que iba a explorar el terreno con intención de practicar yo solo.
En Cuatro Caminos, le pregunté que dónde estábamos y después de decírmelo, me tranquilizó asegurándome que ya estaba pendiente de avisarme con tiempo porque ella iba más allá
En Plaza de Castilla me advirtió que me preparase porque en la siguiente debería apearme.
Me levanto, para el tren y noto que me cogen del brazo y me conduce al andén.
La vocecilla me vuelve a susurrar que se ha bajado conmigo porque no tiene prisa ya que su marido no va a comer a casa y ella no trabaja ni la espera nadie. Por lo tanto, me puede acompañar para indicarme cómo hacer el trasbordo.
Creo comprender que mi plan de trabajo para ese día tiene que ser cambiado y me entrego a mi nueva tarea.
Ella busca el camino amorosa y torpemente me guía hasta el andén donde debo tomar el tren con dirección a la estación de Baunatal.
Se queda junto a mí a esperar y me confiesa que ella que tiene tiempo, siempre ha pensado en dedicar parte de él a ayudar a personas que, como yo, lo necesitan.
La animo a que se ponga en contacto con el voluntariado de la ONCE. En la calle Prim, 3.
Llega el convoy me deposita en el interior del vagón y me noto lleno del gozo que a ella le ha rebosado por todos sus poros.

1 comentario:

  1. Debes estar contento, si, mucho.
    Mi experiencia me lleva a ofrecimientos de ayuda aceptados con gusto pero cobrados con consejos a problemas psicológicos o a información acerca de mi instrumento de transporte.
    En cualquier caso, la gente es generosa, yo estoy muy agradecida.

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